De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

jueves, 31 de julio de 2008

Misis Rushmore

Se me va convirtiendo progresivamente en la tía Pastelius. Aquella repelente señora que pretendía meter en su particular vereda la esencia de la niñez de Tomy, Anika y Pipi. De esos pueriles inicios representados por el nacional y el republicano, van perdiendo aceite y empieza a cantarles el pozo. Mogollón.La penúltima entrega, en que se fustigaba sin piedad divina ni arbórea a los dubitativos y/o exigentes, ya sonaba a cantinela mitinera que echaba patrás. En esta última, llega la moraleja final. Cual terminator. Comparando el Sentimiento atlético con aquél empate que sonó a derrota un 15 de mayo del 74 sobre la cancha de Heysel. Curioso hasta decir basta. Que se retrotraigan a mediados de los 70 para poner el cartelito de “perdedores” o “sufridores”. ¿Sabrán los de la agencia, o los supervisores la Historia del Atleti en la década de los 70?. Si quieren calam-idades a mano y salto de mata, ahí tienen un descenso hace 9 años. O siete, cual tendido, para meter la cabeza en UEFA, vía Intertoto. Por no mentar la docena-triste docena de 12 temporadas enteritas sin saber lo que es un trofeo. Si exceptuamos el Hellboy. Todas ellas más cercanas que la FINAL del 74. Y con el sello “SAD” o “lamarca” a sus espaldas. ¡Ah!, que eso es lo que no conviene sacar en celuloide... Cachisssss. Es lo que tiene ganarse las lentejas por otro registro distinto a la censura. Qué digo, líneas editoriales.

La verdad, me enciende (aunque creo que entiendo) esa constante que impera en los medios “propios” en hacernos el molde de sufridores y perdedores chachipés. De fuera, es previsible e incluso aceptable; son, o enemigos, o adversarios. Pero, ¿desde tu propia Casa?. Dándonos en el supuesto, si no es mucho suponer, que la directiva es del Atleti (...) ¿Cómo poner de puta, tonta o tarada a tu propia madre ante el público general?. ¿Con qué cuchara se come colocar al mejor de tus amigos ante el mundo como un jodido e impenitente palmador?. Aunque luego se pretenda arreglarlo con una frasecilla final con la boca chica.

Señor (siempre se empieza frase con mayúsculas, don Jesús dixit) consejero delegado, tengo una pregunta para usté: ¿hace unos anuncios parecidos cuando pretende publicitar Gilmar?. ¿Del corte “se nos cayó un edificio entero en San Rafael, expoliamos Marbella y quebramos con no se cuantos proyectos, pero debe confiar en nosotros, usuario de la futura vivienda. Este año sí.”?

Respóndame, después de la publicidad. Mientras, a micrófono cerrao, decir que esto de los motes, no se quita así por así. Y menos dándole tanta cancha y pávulo. Contra más crea el del otro lao que intentas quitarte el muerto teniéndolo en candelero, con más ahínco te lo dirá. Eso, se aprende en la calle; en Harvard, no.

El tiempo y las consecuencias le irán dictando que el Atleti no se debe gobernar ni desde la Autónoma, ni desde Alhaurín. Cuanto ni menos desde el desafecto. Y que la cohorte de palmeros radiofónicos, escribientes, televisivos, agenciativos y vomitivos se acabará diluyendo. Ni tipos histórico a milenios luz duraron toda la vida. Y será entonces cuando el resto de atletistas, le contemplen desnudo.

Dese prisa en irle colocando paños, señora Pastelius. Acudan los sastres. Miren que a donmanué no le valió ni aquél video en riguroso directo de cómo “salvaba” al Betis... Vayan echando las barbas a remojar. Antes de que le veamos protagonizando un mítico estribillo de los Leño. “Corre, corre, corre, que te van a echar el guante”.

YA NO ME DESLUMBRAN SUS (prescritos) FAROS.

miércoles, 30 de julio de 2008

Siempre quise ser de los vuestros

De los que caían a destajo cada vez que el John Wayne de turno desenfundaba. De los de las greñas y la cinta en el pelo, antes de que Rambo la hiciese suya. De los que el Daily Telegraph y demás rotativos de época ponían de palmadores impenitentes. De estorbo para el expansionismo del gran hombre blanco. Sí, de esos que bajaban la pradera en manada, montando a pelo y en una orgía de alaridos salvajes. De los que hablaban en plan Tarzán, y se saltaban a la torera los pluscuamperfectos y los pretéritos.

Tan distintos de aquellas casacas abotonadas hasta el gaznate, sosteniendo sobre sus cinturas sables de un fulgor perlán. Aquellas botas de caña impólutas. Esos gorros sobre los que refulgían dos espadas cruzadas rodeadas por un círculo dorado. Con el tiempo, le incluirían la corona. Aquellos tipos de bien vivir, que usaban winchester de una repetición a un paso de las thompson de Capone y sus muchachos. Los tipos enmedallaos hasta las orejas, que abatían indios como el que tira bolos un domingo antes del vermú. Esos, que eran los favoritos de media clase allá por la Intercontinental. Y que en tiempos de reserva se han hecho con la clase entera.

No, oiga, no, yo voy con los otros. Antes de verles ganar. Antes de verles perder. Están hechos a medida de mi corazoncito de zagal. Son los que me molan, tío.

Cuando aparecían dibujados sobre la tele, manaban un blanco y negro especial. Los ojos, se me abrían igual que sombrillas. La peli, adquiría de repente otra dimensión; como si su sola presencia inundara de magia el cuarto de estar, compartido entre la jauría familiar. Una sensación única, de grandeza infinita, que ni la sarta de Fofós (DEP), ni siquiera el capítulo del Lobo de Félix (DEP), era capaz de producirme. Allí estaban. Pinturrujeados hasta las trancas, salpicados de plumas y con sus torsos bronceados al sol del menda de campo a través. Los que aún vivían de la Tierra. Los que veneraban bosques y ríos. Aquellos que se inclinaban y honraban la bravura del venao caído ante su arco. Los quijotes con yelmos de plumón, adarga de pieles y rocín en pintas.

Los que pintaban bastos. O espadas de Custers. A los que achucharon el séptimo, la octava, la novena... Los que fueron temibles, hasta que los grandes jefes desaparecieron. A la par que los cuernos largos se extendían por el territorio sagrado como una mancha de aceite. Derramada por tantos adversarios, que no daba tiempo a vaciar las flechas del carcaj. A los que pretenden meter con calzador en reservas, donde el presente se difumine entre propios y extraños. Donde se quemen los libros y las lenguas que hablen del pasado... Un cojón.

Mientras alumbre una hoguera en la que contar la Historia. Mientras haya unos oídos. Unos labios. La leyenda, perdurará.

No sé, chico, igual todo se fraguó por inducción. De unas coderas despellejás, unos pantacas de tergal de a saldo y unas Tórtolas jodías en la puntera. Sí. Yo siempre he ido con los indios.

Antes, incluso, de conocer que a los atléticos se los llama así.

Por cierto, tome. Su colección de trofeos por castigo, su colt de tropecientas muescas y sus pavos con la cara del proscrito. Ande, llévese también a este de negro-silbato que gimotea por comer las migajas de sus manteles. Y saque a sus hombres y gutis de aquí. A la voz de ya. Que esta Raza no se entrega. Seguiremos la guerra a nuestro modo. Con nuestros medios. Con nuestra gente.

¿Ha oído hablar de Little Big Horn?...

S I E M P R E A T L E T I.-

martes, 29 de julio de 2008

Los extraños seres

Erase una única vez, fuera del tiempo vivido, una estirpe de seres fabulosos. Caminaban ayudandose de dos patas, a modo de piernas, y de sus troncos arrancaban sendos brazos, que iban a morir en un racimo de cinco dedos, que ellos mismos llamaban “manos”. Aquellas extremidades se ocupaban las más de las veces de convertir en práctica las ideas que sus cerebros, independientes y suyos, dibujaban primero con la teoría. Incluso, existía un dicho popular que venía a definir esa correlación: “manos a la obra”.

Con ellas, gustaban además de ondear al viento, arremolinados sobre el hormigón de los coliseos, extraños pendones labrados en miles de coloridos puntos de lana. Antes del advenimiento de lo sintético. Para después, enroscarlas cual serpientes de colas caídas alrededor de sus cuellos. Cuando el escurridizo trasgo de nombre “Celebración”, se escondía entre el tumulto de aquellos singulares seres. O el duende por excelencia, su excelencia el duende, al que todos por allí conocían por “Gol”, terminaba de dar la batida, asiento por asiento. Sí, a través de una pareja de espejos esféricos, conectados del tirón a las aurículas, se reflejaban las escenas que abajo, en la Pradera, se iban fraguando. Incluso, había las veces en que se humedecían en agüita de penas. O de alegrías. Por entonces, a esos artilugios los llamaban “ojos”. Y servían para ver. Y, veían.

Sucedió que, llegaron las edades de los ogros. Impuestos a real decreto en la práctica totalidad de los reinos. Aquellos fabulosos seres soberanos, con sus genealogías prendidas a través de generaciones, hubieron de padecer en sus propias carnes los desmanes y atropellos que con el desembarco de los sin-alma sobrevinieron. Bastó con no ser del Madrid-chachi. Del Barcelona más que un club. Del Bilbao-al lorito. De la Pamplona foral-foral... Y zas, colocao un mesías pret a porter. ¡Ay!, aquellos monstruos mitad vampiro, mitad anemia, que aparecieron retratados a micro nocturno y macro tirada matutina, como si de hijos de José y María que brotaban cuales setas se tratara. Con caritas de ángeles sin sanrafeles. A lo Machín... ¡Qué machines del expolio...!

Así, acabaron secando el alma misma de tan fabulosos seres. Los arrancaron de sus urnas de cristal. Se las escondieron cual santos griales. Fueron lobotomizadfos en serie. Se les hizo sentirse solos, disgregados. “Unión”, terminó por sonar a un par de piezas y pegamento. “Hacer piña”, a un trabajito con fruta tropical. “Juntos”, a parejita de hecho o de cohecho. “Revolución”, a una camada de chiquillos que acuden al salón de casa recién encerao... Fuisteis cazados uno a uno. Sin ni siquiera sentir el latigazo en vuestras costillas. La lanza resquebrajando el alma. Los ogros, desterraron de los diccionarios cancheros la palabra “manada”. Y, sobre su epitafio, en aquellas mismas escalinatas transmutadas de cemento a plástico, instauraron un nuevo reinado: el del “rebaño”. Y chitón. Que los ogros son los que ponen los cuartos. Enseñando al personal de alquiler sus floridas billeteras desde sus tronos de Juan Sin Tierra. Nadie en el tercio sabía, de dónde salían los billes...

La otrora orgullosa, pasional y legítima raza dueña y sierva del dios Balón, finalizó sus días cayendo en la más aberrante de las subyugaciones. Bajo un yugo sobre el que nunca sacudieron la cabeza para mandarlo donde el viento dá la vuelta. Abracadabra, manos macabras; y los labios se cosieron. Se fue arrancado el derecho a la elección. No importó vivir vilipendidado. Ninguneado. Afrentado. Con una hija puta o un vástago yonqui. Se perdió, en fin, el antiguo nombre de guerra...

Ahora, señores cómplices todos por omisión o actuación, es tiempo de ogros. Impuestos o impostores, ¡qué mas dá!. Edades de sufijos –ing y marcas. Tiempos de SADs y clinc-clinc-caja. Y aquellos extraños, resentidos, los quenoponíaneldinero y nostalgicosdenosesabequé personajes de fábula, que andaban a dos piernas y tenían manos, forman parte ya de la imaginería popular. Como el cíclope. El centauro. El fauno. Pulgarcito... En aquellos lejanos años en que se llamaron “Afición”.

El aficionado ha muerto. ¡Viva el cliente!.

Pueden continuar mirando a los supervivientes como extraños seres.

Siempre orgullosos.

S I E M P R E A T L E T I.-

lunes, 28 de julio de 2008

Diálogo con un gilicorner

- Dícese del saque de esquina capaz de provocar mayor temor entre los atacantes que entre los defensores. Corner botado por uno o varios giles, o que ejercen como tal o tales.

Acad, cornercidio.

- Amos, no me escupas, ¿de verdá que dice eso...?

- Tal y como. Según definitorio consensuado de los vomitorios y adyacentes.

- Repámpanos, pa lo que ha quedao uno... Recuerdo cuando cantabais eso de “¡ahora, ahora, ahora Atleti, ahora...!” cada vez que se ponía el balón sobre mis carnes de hierba, cal y banderita.

- Uy, eso ya está olvidao. Existió hasta la era Pantic.

- ¡Qué escándalo de tío!. Y qué perfume a flores dejó su paso... Aún puede olerse en una de mis esquinas.

- El último “10”, porque lo de Ibagaza fue entre broma y pesadilla. ¿Es tan complicao llegar al punto de penalty?

- Un corner como mandan los cánones: el guante del “10” (cuando lo tienes) al saque, y cada ficha en sus casilla por si le da por pintar bastos en la contra.

- ¡Quiá!, eso ya está obsoleto. Ahora se llevan otras vainas.

- ¿Cómo?

- Lo que oye. Laterales a banda cambiada, por ejemplo. O una oda a cómo descojonar toda una estructura en un hipotético contragolpe rival.

- Vaya, será que el lateral es técnicamente de lo mejorcito que hay pa botarme...

- Coñe, pues la llevamos clara.

- Bueno, bueno, que hay veces que se recurre al plan B...

- ¡Ah. si, no me cuente!. ¿El de la camarilla de intrigantos cuchicheando la estrategia?.

- El mismo que viste y calza. Algunas veces, hasta resulta...

- Defíname “algunas” y “resulta”.

- Cáspita, ¡qué tiquismiquis!. Comprenderá qué como gilicorner deba de defender mi integridad inmaterial. Que ya me está tocando la cal.

- Fetén. Yo también voy a decirle cuatro cosillas al respecto, como aficionado en vías de conversión a cliente. Material.

- Mire que llamo a la Escuela Nacional de Entrenadores...

- Es usté un completo gilicorner. Y ahora llame a la Escuela Nacional, a la Guardia Nacional o al Nacional de Montevideo.

- ¡Ahí va, lo que me ha dicho...!

- E-e-e-eso no es todo, amigo. Me cisco en los corners con lateral cambiao tanto como en los saques de esquina a lo manifa.

- ¡Esto ya pasa de castaño oscuro!

- Pero, ¿qué eso eso de que un corner junte en sus aledaños a una comisión de enrulados?. Coño, que mientras discuten no rematan. Que dos tíos de más ahí son dos cabezas y cuatro piernas menos donde hay que ponerlas. Joder, si no las quieres pa atacarlo, al menos pa defenderlo... Que vuelva la mímica a los corners, con un único tío al saque, y se vayan con viento fresco todos los cuchicheadores de donde no hacen daño. Al rival, digo.

- Se va usté a cagar, recórcholis. ¡¡Señor Aguirreeeeee...!!. ¡Mire lo que me ha dicho este!

sábado, 26 de julio de 2008

Lamarca

¡Cómo mola!. Menudo canto al progreso y a la imagen de niño bien. Ponga una marca en su vida, y el cuerpo serrano que llevamos de cáscara, será la envidia de propios y extraños. Hasta los feos, se pueden sentir clarks gables del siglo XXI con una marca de ley en su atuendo. ¡Ay si se pudiera reconvertir ese vetusto Escudo escotado en la silueta de un cocodrilo de apellido gabacho!. O un tipo jugando al polo... ¡A la rica marca, señores...!, vocea el inmobiliario metido a furgolero en medio del mercado, con los brazos en jarra. Y el personal adyacente se arremolina a su alrededor, contemplando en un estado de nirvana aquél producto mitad marketin, mitad índice nikkei, que hace algún tiempo se llevaba en el pechito izquierdo. Pero por dentro, y sin bordado.

¿Alguno se acuerda de las Tao?. ¿La Perdiz?. ¿De las Tórtola, quizás...?. No, no te descerrejaban un tiro en el pie si salías con ellas calzao en épocas de la media veda. También eran marcas. Tan humildes, tan locales, que acababan por dar vergüenza. Cuando comprobabas que aquellos forros no valían un céntimo. En los pupitres de al lao, las nenas empezaban a poner los ojos sobre aquél compañero de clase que se agenciaba unas “yon smit”, y un polito “palabra de honor”, de los del ramo de tres hojas, y que abajo no rezaba “adaidas”. “Joder, mamá, aunque sea pa reyes...”. El logo megachupi, recién importado de la costa oeste de los USA (marcas), se comía por momentos las auras pueblerinas de aquellos que tiraban aún de pantacas de pana, niquis mitá tonys, mitá los relámpagos y playeras con denominación de origen aviar. Eso de ponerse al día en el atuendo, había que resolverlo con carácter de urgencia. Suponía el siguiente paso al sindicalismo ganado en las barricadas del cuarto de estar, por la abolición de las rodilleras, las coderas y los pantalones de campana. En cuestiones internas, caseras, más cerradas al mundo exterior, la revolución de la marca podía esperar. Como esa telefunken en blanco y negro o aquél cassette en mono-mono que parecía tener grabado sobre la piel “el limonero” y “quince años tiene mi amor”.

Ahora, la Ciencia ha dado un paso más. Una vez descubierta la teoría de la evolución, las marcas ya no se estilan en las zapas o en las chupas. El que reivindique esa sandez, es un trasnochado con ramalazos de matusalem. Ahora, lamarca se ha reinventado hasta abarcar mercados enteros. Sumas de corazones. Miles y miles de latidos únicos, y a la vez agrupados. ¡Tres hurras por los que estudiaron en el Santamarca!.¡Demos loas a San Marketin!. Pues de su privilegiado cerebro, brotó la idea de convertir a los clubes en marcas. Acojonante. Churras que son merinas. Tocinos que se hacen velocidá. Panes que son peces. Y todo Cristo tan contento. Pues ya podrán por fin usar su asociación deportiva favorita con total modernidad. Hacer que luzca el escudito por fuera de su pecho, en lugar de por dentro. Y, si va de puto culo y a la quiebra, cambiarse a otra marca más chachi. Como el que se cambia de chándal. O de banco. La vida de cliente, es mucho más cómoda que la de aficionado. ¡Dónde va a parar...!

Aunque, según me dijo aquél viejo atlético, para marca, la que te hacía Griffa. Le pregunten al mismo Gárate en aquellos entrenamientos nostálgicos de no se sabe qué. O Arteche. Pa quien el sufijo “baüer” era una medalla a los cardenales que dejaba por esos campos de Dios. Joder, eso si que eran marcas.

Ahí está. Marcando paquete.

Ya que no hay pelotas pa marcar territorio.

S I E M P R E A T L E T I.-

jueves, 24 de julio de 2008

Homenaje a una Bufanda

Has sido mi percha desde los tiempos de los balones por Reyes. Me has llevado enredada entre la yugular, haciendo una amalgama de pliegues en mis colores. Que son los mismos con que te pintas el corazón, aunque tu piel curtida se interponga entre sus latidos y mis venas de ganchillo. He viajado suspendida de tu muñeca, con un nudo en la garganta y un vuelo a dos vientos. Me has extendido cuan larga soy, tensando sobre cualquier cielo azul mis anillos bordados en rojo, como una gigantesca pitón sobre la que se estampaban tus cánticos a tumba abierta. A bocajarro.

He arropado tu tristeza cuando se venía salvaje sobre tu pecho. Bailado al son de tu alegría, mientras abajo, en la Pradera, se paría la madre de todos los goles. Abrazado tu televisor, mirándote de frente (atlético), mientras tus ojos se posaban unos palmos más abajo de mi cintura. Me he ceñido a la tuya propia en las largas tardes de estío, empapada por el sudor que se precipitaba por tu torso desnudo. He secado también tus agüitas de penas. Y de alegrías. Nos hemos mojado juntos en diluvios y fuentes. Caímos abatidos en las entrañas del hogar, separados por el dolor de un músculo y un trozo de lana. Cuando nadie ya nos miraba.

Volé prolongando tu brazo, cogida de mis manos por la tuya, zarandeada al viento en un frenético círculo; como una silenciosa carraca que anunciaba tardes de vino y rosas. Momentos de luz y nirvana. Sujeta por tu voz en do roto, sostenido, agónico. Caminando sobre un hilo de voz, malabarista de tus ilusiones, con el vacío de la afonía a su siniestra y el de la locura a mano derecha. Me has acariciado mi piel de lana, en tanto subías y bajabas acompasadamente, gritando algo de botes y nórdicos de desaforada osamenta. He sido tu arma y tu escudo. Tu amante y tu mujer. Llevo tu aroma cogido en cada uno de los huesos de fibra que conforman mi ser. Huelo a ti más que a detergente. Te reconocería entre un millón. Sé quién eres. Quién fuiste. Incluso puedo apostar por lo que acabarás siendo. De ti, lo sé todo.

Por eso, tengo la certeza de que no me abandonarás. Que jamás acabaré en un contenedor de ropa, para abrigar otros cuellos. Que me dejarás dormir en el fondo del armario. Hasta que vuelvas a recogerme. Cuando se encuentre el camino. Cuando vuelva el Rey.

Allí estaré, recogiendo al vuelo la lágrima labrada en recuerdos que vaya desde tus ojos al cajón. No mires hacia los lados, ni le eches las culpas al alcohol; me oirás gritar. Un grito salvaje. De guerra. De retorno.

¡Cómo cabalgaremos, entonces, cabronazo!

S I E M P R E A T L E T I.-

miércoles, 23 de julio de 2008

La ley concursal

Vaya con la palabreja. Desde luego, de tanto usarse este veranito, está posicionada y en condiciones de arrebatar el reinato de la mismísima acepción “ronaldo”. Que no es poco. Aunque su significado, disfrazado con estas nuevas nomenclaturas donde una “guerra” de toda la vida de Dios, Alá y Buda es un “conflicto bélico”, de poquito margen para chistecillos. En recuerdo y respeto a todos aquellos empleados-acreedores que cobrarán el 50% de sus sueldos o prestamos económicos. Y alegrón.

La ley concursal, suena a “1,2,3, responda otra vez”. “¿Quién mató a Roger Rabbit?. ¿Y a la Gallina de los huevos de oro?. ¿Y a Bambi...?. Seguramente Sid el Vicioso. Sí, sí, ha sio él. Lo reconocereis a la primera, señores inquisidores recién levantaos, pues tiene una capita ya de pintura de a dos metros, en tono tierra-lápida. Pídanle a él las cuentas del desfalco nº 3456. La administración desleal nº 5432. O el expolio patrimonial de un Club de la 1º División. Inmobiliaria, por supuesto. A mí, que me registren. Soy venezolano.

La LFP y el CSD, dejaron de ser sheriffs. Si es que alguna vez lo fueron. Sheriffs que dejaban hacer a los caciquillos del pueblo, mientras compadreaban en la barrita del saloon. Ju-ju, ja-ja. Vengan días, y vengan judías. Y televisiones. Y recalificaciones. Y quinielas. Y... Desde aquella “benefactora” ley del deporte del 1990, en que fueron designados custodios y jueces de los dineros que las divisiones de Fútbol profesionales movían, no han hecho el huevo. O para no ser muy radical, sí, hicieron. La vista gorda. El orejas. El longui. Palmear la espalda o mirar a otros puertos cuando tipos corruptos se apoltronaban prácticamente en serie sobre los clubes. Los sheriffs cambiaron los cartelitos de “wanted”, por “¡cómo os wanted, lumbreras!”. Ayudaos en muchos y flagrantes casos a martillear los clavos por esos medios de comunicación que en la actualidad se dicen deportivos. Sí, si, los que empiezan ahora a echarse las manos a la cabeza. Porque ven que viene el tío Paco con la rebaja.

Una conclusión genérica, es que va a estar jodío pa pagar. Y desde la ignorancia de tipos no contables, alguno se pregunta: ¿Quiénes?. ¿También los altos directivos?. ¿Estos no van a la concursal esa...?. ¿Pagarán, por enésima vez, como el mismo número del desfalco, los mismos pobrecillos de siempre?... ¿Las SADs están resultando sacos de mierda y pulgas, más que “eficientes empresas gestoras”?. ¿Ha fracasado tanto el sistema como las personas?. Datos, cantan. Y a 18 años sobre su gestación, con la ley del deporte y su “infalibilidad” SAD, los hechos cuentan que entonces los clubes debían en torno a 35.000 millones de pesetas. De ahí su creación. Con Gil padre, Jose Mª García y Gómez Navarro como valedores universales. Catorce años después, iban por más de 350.000 millones de las mismas pesetas (pa no liarnos en euros). Cifras del 2004. Cuatro años después de este escalofriante recuento, en pleno 2008, al que coja una calculadora, se le corta las manos por ira popular futbolera. Cuando nos enteremos que por medio de humos y mega-chupis, se vaciaron nuestras arcas. O peor, se le echa a los cientos y cientos de empleados de estas “empresas” que se quedarán sin cobrar un duro, mientras a otros bolsillos se les escapa el parné por espuertas. Bolsillos de salvadores. Mesías. Los que “pusieron el dinero...”. Y si sale rana, la culpa al empedrao o echarle el muerto al DEP. Que las estadísticas carcelarias sigan narrando que ningún desarraigao que vino a servirse de una sociedad deportiva, ha ido al talego.

Al menos, los arrojaos a la concursal tendrán el consuelo de, ya que por tribunales y juicios llevan sin pagar sus desmanes desde que llegaron, que se den el gustazo de cobrárselo en carne. Ah, entonces sí. Concierto de manos a la cabeza. ¡Qué violentos!. ¡Viva Gandhi y toda su estirpe!.

Va dando el tufillo que urge una reforma política de base en todo este guirigay. En tantos y tantos corrales de la pacheca dejaos de la mano de Dios. O peor, entregados a las del diablo. Aunque se presentara a la entrevista en su día con el sombrero entre las manos y carita de ángel. Cual gatito de Shrek

Dictadores bananeros no, gracias. ¿Semos o no semos una democracia?. ¿Todos?. ¿O sobran cuatro?. ¿Los 4 fantásticos no son entonces una delantera mítica del Barça...?.

El deporte aún no clama liberté, egalité y fraternité. Pero la Bastilla puede estar en cualquier esquina.

N U N C A E M P R E S A S.

martes, 22 de julio de 2008

El Atleti de cloro y salitre

Ya está aquí. Acude, como cada año, oliendo a bañador, jarrita helada y helado de fresa y nata. Es el Atleti morenazo, cachas y ligón que da el tufillo de ser el encanto de las nenas. Y de los nenes, recáspita. Aunque no miren precisamente al paquete que, como el meigo, haberlo haylo. Año tras año, cual canción de Georgie Dann. Por paquete que cada cual lo entienda como pueda, que me abstendré de usar el plural pa no liar más la madeja...

El caso es que sí, acude a nuestros ojos ese Atleti veraniego de treinta y tantos grados a la sombra en todo su esplendor. Supone el momento esperanza, y cuesta chapar las orejas de oir y los eyes a tanto silbido. Que si “bombón”, “macizorro”, “tevoyacomerhastalagomadelbañador” y demás piropos que suelen soltar, cual canción del Georgie Dann II, el público adyacente a la entrada al agua del Tiarrón en cuestión. Casi ná p’al body. Se le presume al Gachó entradita al agua en plan señor Fraga, arrojando las lupas de sol hacia atrás a lo Cruise, y terminando con una zambullida en plan salto del cristo, elcristoquevamosamontar. “Chaf”. Y tó cristo asomandose a los límites del medio acuático. Y el personal que hace de espectador impenitente, se va agolpando en los aledaños. “¿Has visto que maestría?”. “Joder, que no es pa tanto...”. “Pos a mí no me ha gustao”. “¡Qué manera de abrir los brazos en el aire!”. “Con lo que le ha costao el bañador, se podía haber marcao un mortal con tirabuzón...”. “Ná, el salto de tós los años, como la canción del Yoryi Dan ese”. “Hay que reconocer que este verano tiene una pintaza”. “¡Qué bueno que esta el jodío”. “Y que culito más apretao...”. “Pues dirán lo que quieran, pero como mi niño, no entra en el agua nadie”. “Vuelve a llevarse el bañador a rayas”. “ Pues mira a aquél del tendido al sol, que le han subido el abono de la piscina a casi el doble...”. “Que no, que no, que es el mismo tirillas inflao a clembuterol de siempre...”. “Nos comemos el mundo”. “¡Quiá!, si lleva hasta moreno albañil...”. “Le falta mucha técnica al menda...”. “Este año sí”. “Otro año, otro timo”... Y el Tipo, sin asomar. Alrededor, una tribu de curiosos elevando cuellos, como mujeres kayan. Aunque todos murmuren, porque el Cachitas hace un ratejo que se marcó la inmersión, y no da rastros de vida supra-acuática. “¡Ah, que por allá aparece!”, señala un hombre enrulado, mientras una mujer que se aprieta un montecristo abre el matutino, haciendo un gesto de desdén con la mano siniestra. Y el niño se acerca acelerando el paso de su garrota, en tanto el anciano pide apresurado un helado de fresa y nata (cómo no) al tendero, ante la horrible posibilidad de perderse el estreno...

Es el carnaval de verano. El momento de la temporada donde el Atleti se disfraza de cachitas. Y con Él sus seguidores. Sobre la piscina que un día fue pública, y ahora entre privada y usurpada, resuenan los alaridos de histerismo de las niñas beatles. De los rockerillos talluditos que hacen la pose del duro por cáscara y el “virgencita, danos pan del bueno este año” por clara y yema. De críos, maduros y abueletes que vuelven a creer en el milagro llamado Atleti. De esperanzados y desesperanzados. Con su mayor y menor llama consumiéndose sobre sus pechos a Rayas mitá Rojas, mitá Albinas.

Allá va ese Atleti de cloro y salitre, que se llega a nosotros por verano. Tan hecho discusión de lengua a legua. Seguido en su devaneo de ligón de verano por miles de ojos verde triunfo. Castaño-castañazo. Negros como la pena. Grises como la incertidumbre. Azul ilusión... Lo que es indudable, universal, es que todos nos ponemos firmes con el andar del Cachitas. Pues, como la Santísima Trinidad, son tres misterios en uno. Pasión, Orgullo y Fidelidad.

Ale, al bañito. El de todas las pretemporadas. Con esa cantidad de hijos que te miramos a pie de playa o desde las aceras de la piscina, pa ver cómo vas marcando paquete. O musculitos. Bajo la certeza de que algunos te vieron pa concurso de míster. Jodo, que incluso ganaste uno mundial allá por el 75... Que dés muchas brazás, Atleti. A croll, mariposa, a braza o haciendo el perrito. Que no el perro. El caso es que alcances aquella orilla que se te resiste desde hace una docena de años. Y re-acostumbres a tus espectadores-hijos a lo que fuiste durante toda tu vida: un competidor de cojones. Aquél cabroncete con el bañaca a Rayas capaz de birlarle la novia al Niño de las Ramblas o al mismo Pepito Piscinas. Por la cara. Bonita.

Los “este año, sí” y los “otro año, otro timo” te saludan.

Como desde hace 105 años.

En épocas sin cloro. Formo.

S I E M P R E A T L E T I.-

Sobre el blog

Muy buenas.

Después de unos días de pruebas y experimentos, me gustaría saber si la página os va bien. Un muestreo para conocer si no se ralentiza en la carga y/o navegación, se muestran todos los menús y plantillas, los enlaces os funcionan o tenéis algún aviso de potencial riesgo a su entrada, qué navegador utilizais pa entrar, etc, etc. Cualquier cosa que os suene a “cuerno quemao”, se puede reflejar por aquí.

Y, desde luego, si teneis alguna idea o propuesta para la mejora de la página, no os corteis. Así como cosillas que os chirrían. Al menos teneis la promesa de que no se mentará a las santas madres, ni se mandará bajar y meter los goles, desde este “sillón presidencial”.

Ná más, damas y caballeros.

¡Ah, sí!, ¡Somos nosotros, Atleti somos nosotros!.

lunes, 21 de julio de 2008

El hombre que tenía dios

Había una vez, aunque luego se repitió muchas veces, un hombre que vivía a solas con su dios en una isla. No era una isla desierta al uso, pues allí también convivía a ratos con Soledad, Impotencia y, sobre todo, Frustración. Con esta última, se levantaba y acostaba, aunque nunca llegaran a concebir frustracioncitos. Al menos, materiales.

Llevaba del orden de doce años morando aquél islote. Lo sabía, porque así lo pregonaban las muescas a navajazo limpio que se veían sobre el costado de una palmera. Como si fueran una docena de huevos, pero con 365 claras cada uno. La llevaba clara. El caso es que, solía hacer señales de humo. Bocanadas de aire denso que lanzaba en círculos, manta en mano, para advertir a los barcos que se dejaban ver por la lontananza. Grandes transatlánticos, de grandes cadenas. Que lo mismo vendían que amarraban. “Viajes Coppe”, “Ser Viajeros”, “Ola Cero”, “Este te Marca”, Vaya viaje”... Pero al que veía pasar con más frecuencia, era al “Corte de Mangas”. Esquina Goya. Sin rima.

Y así, gastaba los días que su dios le habñia entregado sobre la tierra-isla, con las horas de la noche y la tarde incluidas. Los findes, era cuando más ajetreo se veía alrededor de la isla. Los que más agujetas, apellido del muy nuestro Manolo, le causaban. Aquello, rozaba el destajo, caballero. Se dormía, colocando los brazos sobre la hamaca hawaiana. Solía soñar con aquél naufragio. De cómo llegaron sus cubitos y radios a aquellas playas desiertas. Aquél costalazo contra las rocas. Ese nadar exhausto. Esas gracias eternas al dios que convivía con sus pensamientos en aquella isla alejada de la mano del hombre, por respetarle la vida. Por dejar que siguiera respirando. Por que su cuerpo fuera suyo.

Cada vez que el hambre dejaba de gritar en su estómago, le recordaba. Le daba loas. Lo imaginaba repantigado sobre su yacuzzi celestial. Abrazado por sus colgantes de colarao al peso. O dándose rulos en su buga marca primera nube, alrededor de la Cielo-30... ¿Qué hubiera sido de él, sin su aparición?...

Hasta que cierta mañana, llovieron troncos. A eso de las nueve. Y a las once, lianas. Cuerdas varias. Rayando el mediodía, manuales de instrucciones. Sí, tío, cómo lo oyes. Pasquines a modo de gotas, que ponían cómo hacer una balsa. Y el naúfrago dejó de orar. Bueno, exactamente, comenzó a invertir el tiempo de rezo en seguir las instrucciones de aquellos extraños manuales-chubasco. Con tal saña, que acabó por construir con sus propias manos siempre juntas en la oración, una canoa. Cutrecilla, sí, pero navegable. Echó un último padrenuestro antes de subirse a sus maderas. Y, con los dedos que entrelazaba a la hora del rosario y alabanzas de acciones de desgracia, se puso a remar. Con fuerza tal, que abandonó la isla. Sin preguntarse siquiera dónde se hallaba el puto paraíso que los más antiguos ya referenciaban entre el Tigris y el Eufrates (...).

Voló el palomo.

Verás cuando se entere que al dios que rezaba, fue el mismito que provocó la tormenta que antecedió al naufragio...

SIEMPRE ATLÉTICOS.-

viernes, 18 de julio de 2008

Entre diestros y señoritos

Echando un ojo a un extracto de una revista de los años 20, expuesta por Bernardo Salazar, uno se da de bruces con un consejo que impacta sobre todos los demás fundamentos básicos del jugador y la pelota que contiene: “...y que tiren a goal lo mismo con el pie izquierdo que con el derecho...”. ¡Pero coño!. ¿Ya se sabía esto hace casi un siglo...?. Pues sí, caballero; de hecho hasta lo escribían. Así es que es de suponer que, en base a tales manuales, tíos que tenían que jugar al Fútbol después de currar entre semana en la fábrica, desplazándose por sus medios a Guecho o la Onuba, por amor al arte, debían de practicar el noble arte de zumbarle al cuero con las dos bielas. Bueno, que no llegaran muchos al ambidiestrismo total, tiene su pase. Ni cobraban, o cobraban pocos reales, ni disponían de un abanico de entrenamientos para practicarlo. Aparte del descampao de detrás de casa.

Una cosa parecida a los diestros o zocatos de hoy en día. Sí, aquellos que cobran algún centenar de miles de euros al mes. Derechos o zurdos cerraos. Así. Disculpaos por la prensa cuando la pifian, con ese manido “le fue a la pierna mala...”. ¿Qué le pasa?. ¿Tiene la gangrena?. ¿Está jugando lesionao...?. Un futbolista que se levanta en un mes lo que otros profesionales de otros gremios tardarían una vida, ¿tiene “pierna mala”?. ¿Se imagina alguien a la secretaria de turno redactando sobre el teclado el dictado de su jefe con una sola mano?. ¿Aduciendo que es zurda o diestra?. ¿Al señor ferralla componiendo cinchos tullido voluntariamente de un brazo?. ¿Al abnegado mecánico, quizás, cobrándole el doble en las horas de taller porque solo emplea una mano con la avería...?

La parte que no figuraba en ese escrito, es la de los “señoritos”. Es de suponer porque entonces todos llevaban el mono de trabajo, y eso de “ponérselo” suponía una constante en vez un condicional. La tocaran como los ángeles o como los demonios. Tipos que no comulgaban con el ajedrez como deporte. En otro plano a los “señoritos”, esa especie inmortalizada por los latifundios andaluces, que igual les tienes que acercar las zapatillas y el diario, que echarte en el Campo una carrera por ellos. “Yo, la toco”. Una y otra vez, como Sam; ¿necesitas la banqueta, o lo haces de pie?. “No, no, que ya corro yo por él...”, se oye la voz de un voluntarioso fondista de silueta a lo Urtain, calzado con tacos de aluminio, mientras le acerca el capote al maestro. Y el maestro te mira a los ojitos, queriendote decir a golpe de pupila, que ya tiene su cuadrilla de picapedreros, y que si tú no vas a correr por él, no molestes.

Así que, ya ven el panorama. El zurdo cerrao, además no está pa correr. Ni está, ni se le espera, vamos. Él es el artista. Un tipo que puede decirle a sus jefes, palmeros y espectadores que curra al balompié con una única pierna. Pero que no anda a la pata coja por la playita. Y que sofocones, los justos. Que correr, o es de cobardes, o de tarugos. Fíjense, hace plantearse a uno que su ideal sea acabar jugando el Fútbol-ajedrez. Tirando de mucho cerebro, usando solo un brazo y sentao cual Camarón. ¡Ah!, y si puede escoger chacha, lo tiene clarito. Gracita Morales.

“¡¡Señoritoooooo!!”.

jueves, 17 de julio de 2008

Los pasivos

La evolución, pisa fuerte. Nos ha traído teles y canales mil que nos llevan el Fútbol a casita, en zapatillas, birrita del frigo y periódico “deportivo” de turno. Con los pinreles sobre la mesa. También ha puesto a nuestra disposición internet, un medio por el cual es fácil expresarte sin coger el 74, la línea 6 del metropolitano, quedar en el bar o pagar la entrada para una conferencia multitudinaria. Por medio de los foros, existe la posibilidad de conectar con millares de semejantes como se ve el Fútbol-tele: desde la sillita.

Hace no tanto, no se tenía nada de eso. Y, sin ello, la peña atlética Tetuán se echó a la calle como cabeza de puente cuando se oyó que el que fuera jugador y presidente, Barroso, se quería pulir el Metropolitano. Tal debió de ser la movida madrileña, que hizo indirectamente dimitir a todo un presidente electo por tamaña afrenta. Sí, como lo oyen, sin internet pa mover el cotarro... Supongo que solo por el teléfono de rueda, pues el correo también tardaba los suyo... “Oye, que mira lo que nos quieren hacer”. “¡No jodas!, bajo ahora mismo... –mientras que el atlético de a pie, poniéndose la chaqueta a toda prisa por las escaleras, pensaba- ¡se van a cagar!”

Por aquellos tiempos, el que quería Fútbol, tenía que acudir al Campo. Y allí aplaudía, se encabronaba, protestaba, animaba o tiraba almohadillas de las que dolían, según fuera la feria. El que se cagaba en la puta, más allá del típico árbitro o el jugador-escaqueo, osea, hacia los del palco, no suponía ni un bicho raro, ni un vikingo. Era un tipo exigente que aguantaba hasta que se le inflaban las pelotas, y entonces se le oía, junto a otros muchos, hasta en la calle la Oca. Milonguitas, en los puestos, con el organillo.

Supongo que ahora, con eso de la tele a todo tiempo y todo partido, apenas se interrelaciona con el Césped. Se nos ha impuesto una disfunción comunicativa entre humanos-vicentes y objetos-dioses. Claro, si nos vamos haciendo a la idea de que por mucho que le chilles a la caja tonta, no te van a oir los de dentro... Parte de eso nos lo debemos de llevar al subconsciente cuando aparecemos por el Estadio. Eso sí, al trencilla, al señalao de turno o a los que osan chillar contra el palco, leña. Se han cambiao según qué cosas. Sobre todo, silbar a los propios atléticos compañeros de butaca. En tanto césar, desde su trono en su cayenne dando rulos por la M o Calle 30, se tira besitos a su mejilla. “Divide y vencerás”.

Los pasivos, son una variante de atléticos que hallan gusto y fruición en vivir de futuros. Les aburre el pasado, no toleran lecturas largas más que de algunos artículos en los periódicos o las doce páginas de instrucciones de la pleisteision; e ignoran el jodido presente. Se agarran al “volveremos” como un dogma de fé, y desechan cualquier prueba o atisbo que les hunda su castillo de naipes particular. Conservan el ideal de asistir al campo o al bar a pasárselo bien y animar, en alguna rareza hasta el rival, y representan el grueso de infantería del Atleti. Sin echar nada en cara. Sería como echárselo a mi juventud... Sólo dejar constancia de que el Club es algo más profundo que el Equipo. Que su estructura y devenir precisa más atención que la diatriba Kia-Audi, los Quaresmas, las corín tellado de Aguirre con Maniche, o las fotos luciendo cuerpazo con una toalla del Atleti por montera. Que si nos entregamos por sistema a esa parte tentadora y fácil que se nos ofrece, acabaremos por dejar morir, o que nos maten, la misma esencia del Atleti. La que no quieren ver ni en pintura nuestros enemigos y adversarios. La que ya sufrieron en sus carnes, se acojonaron al verla siquiera asomar allá por sobre todo los 70, y ahora contemplan sonrientes como agoniza.

Y que cada cual se sirva en entenderlo cuando buenamente pueda. O quiera. Aunque exista la prisilla de contar con una buena masa social de concienciados, antes de que la zorra acabe por cepillarse el gallinero entero.

De uno que fué pasivo.

Saludos.

Especiales para los activos.

S I E M P R E A T L E T I.-

miércoles, 16 de julio de 2008

La guarida del Oso

Tras la declaración de intenciones del primer mensaje, paso al objeto del blog y sus pretensiones.

La Osera intenta reflejar otra realidad deportiva, que es diferente a la mediatizada por los grandes medios de comunicación, pero que será familiar a algún que otro tarrilla, porque estuvimos en cierta forma, y durante muchos años, abrazados a ella. Cuando se gozaba del status de Club, y no de SAD. Cuando fuimos asociaciones deportivas sin ánimo de lucro, y la raigambre y el sentido de Club, como motor de los resultados deportivos, copaba las pretensiones del Atleti. Antes de que en el 92 se nos obligase a “susto o muerte”, vendido por García, Gil y Gómez Navarro/Cortés Elvira como la panacea de todos nuestros males (...). Ahora, tras 16 años de aquella transformación a punta de pistola (selectiva, 4 aún conservan su nivel de Club), se ha hecho patente con datos y hechos, que la ley del deporte no se cumple en su concepción, y que todo esto se va de las manos. Por ello, se necesita una concienciación entre aficiones, para reivindicar los daños que el sistema “reyezuelos sin control” ha venido produciendo en el Fútbol moderno. La pérdida de la capacidad de decisión en los clubes convertidos a SADs, así como algunas introducciones aberrantes a la ley del deporte, que pueden perfectamente provocar y dar rienda suelta a casos de transfusión de identidades (caso Granada 74), junto a la moda de acogerse a leyes concursales (quiebra técnica) y dejar como solares los clubes y a sus empleados suplicando el sueldo, sin ningún castigo por parte de los perpetrantes, son factores que agrandan la china que ya metieron en los zapatos de los aficionados. Así es como los viejos del lugar cuentan: “cargándote a la víbora, se acabaron los huevos”.

A modo particular, el foco de atención es el Atleti. Pero desde su periferia, que compone el mismo corazón. Por aquí, no espereis crónicas de partidos ni, por descontao, seguimientos de fichajes cual conejo sofocao tras el palo con la zanahoria. Para eso, ya tenemos otros lugares en Rojiblanco. La Osera, como pequeñita que es, intentará reflejar esas diminutas-grandes rasgos que hacen al Atleti distinto. Único. Más allá del partido del finde, que puede representar un tangencial a todo lo demás. Ese, considero que es el esqueleto y el patrimonio del Club. Lo verdaderamente eterno. Al menos en la forma que el que suscribe entiende.

Y, desde luego, sería especial que se convirtiera en un “echame una mano primo” a las actitudes. A los hechos. Un punto de apoyo más a la palanca. Así es que si teneis a bien concertar propuestas interactivas, desde las que se pueda ayudar o potenciar al Atleti, bienvenidas sean. Por supuesto, cuando “ayudar” también implica el acoso y derribo a esta directiva señalada por la Justicia y los resultados deportivos. Un ejemplo, son la recogida de firmas para la presidencia de honor de Luis... Entre otras que nos ronden.

La impresión general que llega a algunos atléticos es que, tanto desde dentro como desde fuera, nos están montando una leyenda que no se corresponde con la realidad histórica del Atleti. Metiendonos con calzador en una reserva, y vallandonos nuestro espacio natural con tópicos y anatemas impropios a la esencia del Club. Esa, es la valla que creemos hay que derribar.

Dejo el rollo. Por lo demás, comprometerme a actualizar el blog con los textos, imágenes, enlaces y demás cosejas que la ajetreá vida del siglo XXI me permita.

Na más. Quería compartirlo con los “osos” y “osas” que por estos pagos se arrimen. Pa saber el terreno que pisan, y decidir si va con su concepción de Atlético o no.

Un abrazo pa los conocidos.

Un saludo de bienvenida para todos.

A los 105 años de la Creación.

martes, 15 de julio de 2008

Un mundo. Muchas naciones.


Sí, un planeta. El planeta Fútbol. Sobre el que conviven, con odios o afinidades históricas, millares de naciones de todos los tamaños. Las naciones Clubes. Gajos de maneras de ser y de vivir.

Un mundo con sus potencias, sus características, sus colores, sus banderas, sus himnos, sus historias... Y sus masas sociales, sustento, forma y vida de todos y cada uno de los nombres. Con sus museos, sus trofeos “de guerra”, sus templos, sus ciudades (deportivas)... Con la mochila repleta de ilusiones, sentimientos, vivencias y esperanzas. Con o sin DNIs; pues pertenecen a unos colores tan arraigados, que solo la declaración de intenciones les hace seguidores de facto.

En estos mundos, los trasvases, los cambios de acera, son tan tabús como raros. ¿Quién es capaz de renunciar o despreciar sus raíces?. Allí están. Ya vengan plagas, riadas o los jinetes de la Apocalipsis. Su primer juguete, estará impregnado del mismo aroma que su último bastón. Son lo que son, hasta el resto de sus días. Siempre con la misma chaqueta al hombro. Sin importarles si el %tae está más barato en el otro banco, o si en aquél taller pagan las horas al doble. Sin tener siquiera en cuenta que la nación de al lado dominó medio mundo. Ellos, hallan placer y fruición en aquella defensa de tal temporada. O aquél escarceo de la otra. Incluso, el paseo militar de aquél más o menos lejano y bendito año. Lo suyo, es lo mejor, y lo defienden a muerte. Siempre y cuando a muerte, no sea en ningún caso literal. Unos, lo llaman patriotas. Otros, seguidores. Algunos, hinchas...

Hubo un tiempo, en que escogieron a sus jefes. A sus presidentes. Por el método de la antigua Grecia: la democracia. Con la extraña fórmula de un DNI, un voto. Durante muchos años. Desde sus fundaciones, allá por la guerra de Cuba, en algunos casos. Miles de naciones de las llamadas demócratas, con su derecho a acertar o equivocarse en sus rectores. Hombres (y esperemos que mujeres) de paso, que habrían de apretar los glúteos, que diría un fino, por seguir acaparando la confianza del respetable. Hombres que parecían, al menos de fachada, amar al país. Al club.

Hasta la edad de los dictadores. Donde se dio coto y permiso de caza a los señores feudales de chalets y colección de bugas a tamaño real. Y se les entregaron a los pueblos. Enteritos y numerados. Pendones, castillos, haciendas, escribanías y hasta vasallos. Bajo la promesa de crear imperios donde no habría de ponerse el sol. Ríos navegables. Invasiones y devastaciones sobre terrenos enemigos. Santos griales hasta que salieran por las orejas. Elixires de vida eterna....

Y hete que el pueblo, creyó. Como cree al buhonero, o al charlatán de feria. Pues los escribas de villa, corte y egalité, así levantaron acta. “Entréguense a sus brazos, que sin ellos, están abocados a la negrura más absoluta”. Más que los árbitros, si me apuran.

Y así, queridos y apreciados plebeyos, es como los reyezuelos ahora gobiernan estos pagos. Hasta punto tal, de hacernos querer pasar por empresas. A nosotros. Los surgidos por el corazón. Propio. O de los padres. O de los abuelos. O de los tíos... A los que no cobramos, sino que pagamos. Gustosos. Ya no hay voz ni voto. Ni usted, que pincha esa modalidad de pago por visión. Ni usted, que compra a precio de oro la última moda de camiseta. El balón re-chachi. El chándal-riñón de la temporada en activo. A usted, que hace malabares pa seguir costeando el abono. E intentar meter a su hijo a la próxima. A usted, que se desplaza cientos de leguas con una entrada en el alero. A la suma de todos y cada uno que, aglomerados en la hermosa palabra “afición”, constituimos la gasolina del motor. Los pistones. Hasta el árbol de levas. Qué coño, todo el coche menos la chapa y la pintura.

Sí, a usted, ¿por qué le tienen que convencer de que esto es una empresa?. ¿Por qué razón no puede votar en su propio país?. ¿Quiénes son los extraños y prescindibles aquí?.

Meditelo, y conteste para sus adentros.

Y si coincide con otros, que piensan que el mundo, incluido el deportivo, no necesita dueños, sino gestores (electos), súmese.

Igual, hasta nos equivocamos. Pero solo será por 4 años a lo sumo. Como en las otras naciones.

S I E M P R E A T L E T I.-