De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

lunes, 29 de junio de 2009

Madrid, 9 de septiembre de 1963.

Con este encabezamiento, comenzaba una carta del entonces vicepresidente del club de Chamartín, Raimundo Saporta, cuyo destinatario era el por aquellos tiempos presidente, Santiago Bernabéu. La ingente tarea de Bernardo Salazar en estos casos “opacos”, como en tantos y tantos otros, permitió que saliera a la luz (a secas, pues “pública” es otro cantar) reproducida en la página 75 del tomo 8 de la colección que el diario as dedicó al otro club grande de la capital, allá por su Centenario, elaborado por el señor Salazar. Aquí está:
http://img3.imageshack.us/i/cartasaporta.jpg/
No, no teman, no pretendo, ni sé, ni quiero hacer un artículo (más) para mayor gloria de seres e instituciones superiores en mitá del nacionalmadridismo que, cuales Gestapo-loquequiero, han tomao las redacciones y platós de este mitá santo, y mitá puto País. Más allá de las conclusiones que cada cual saque de la nota, chocan las dos últimas líneas, que preceden al “etc”. Dicen así, textualmente:
· Supresión de las ayudas a la prensa (cuesta dos millones)
· Supresión de los viajes de los periodistas con el equipo (cuesta dos millones)
Pido que conste en acta.


Porque después, toca meternos con la actualidá. Y contemplar como sistemáticamente, en un ejercicio que pudiera tratarse como corporativista, ingenuista, o simplemente escapista, en la época corriente y moliente se tiende a tachar de locos o aventuraos a todos aquellos aficionaos que ponen en entredicho la honradez profesional de algunos periodistas o medios. Por medio de los famosos “sobres” que, dicho se a de paso, ni ha de ser tan gilipoyas el emisor de transmutarlos en dinero, con nota a lo Saporta incluída; ni tan cretino el receptor de airearlos, ni por supuesto exigir la extensión de correspondiente factura con IVA. Ni siquiera preguntar si aquello es desgravable.
Pues llegados aquí pueden ocurrir tres casos: uno, que lo que se hacía en el muy menos mercantilizao Fútbol de los sesenta, ya no tenga prolongación. Una cosa de antiguos,vamos, que ahora no se hace. Dos, que se siga practicando en la cuota de pago fijada por entonces, actualizada a los euros+inflacción. Y tres, que se haya superado la cifra en ese documento estipulada. Pero más actualizada a una Hacienda por entonces residual, y ahora capital, con lo que toca silbar a la hora de hacer lo mismo. Pasar a labios en “O” melodías tipo “te doy una exclusivita”. O aquella que decía, “te aseguro un par de entrevistas con mi estrella”. Incluso, “os invito a mi chalé”. O “toma este detallito por Navidá…”. Grandes éxitos que se canturrean, pero que nadie oye. Ni, por supuesto, nadie firma. Como tampoco están escritos en partitura alguna; si no es aquella incauta de mediados del siglo pasao… Rara o tonta avis.

Pero, ¿a cambio de qué?. ¿Con qué especias juega el otro mercader, el de las palabras, pa recibir estos presentes modelo paja mental?. Desde que el terrible Aníbal Lecter, rodeado de corderas, pronunció con la solemnidá de todo un Anzoni Jopkins aquél lapidario “quid pro quo”, me he permitido el lujo de quedarme la frase, sin que la SGAE me persiga. Monetariamente, y hasta el momento… Y pienso, cual monigote de Descartes, ¿cuál es el precio tasao?. ¿A razón de que prebendas se orienta o dá un golpe de timón a la información, según sople el viento de levante o poniente?. Entonces, escucho cuñas de radio, cuyos patrocinadores son o están relacionados con empresas del directivo en cuestión. O anunciarse por videomarcadores libros infames, como si se tratara de bes-seler. Periodistas que se regodean de almorzar en un restaurante de a quini y pico con ciertos dirigentes. Jornadas de yate, vino y rosas. Denuncias directas, y censuradas, con ofrecimientos de parné en moneda de curso legal. Invitaciones a actos públicos. Apologías de apellidos en las ondas, los rayos catódicos o ediciones impresas. Condecoraciones a la carta. Ponencias fardonas. Trabajitos clase “B”….
Un maremagnum, en fin, que viene a ser como el eslabón perdido. Se sabe que existió en algún momento, pero a ver quién cojones lo encuentra. Y le endiña nombre, apellido y DNI.
Con fecha, firma y cantidá, como en esa misiva de 9 de septiembre de 1963.

Entretanto, los comunes de los mortales nos tiramos pilas de trastos a la cabeza discutiendo sobre acciones, futuros o nombres veraniegos en candelero que, no se sabe muy bien en base a qué intereses subterráneos no puestos sobre el tapete responden. Existe una parte, que cree en el periodismo, como fuente de información a lo manantial: pura y limpia. Y se amorran al “que fulanito ha dicho” o “lo han comentao en zutanito-spors”. Palabrita del niño Jesús. Creyendo a pie juntillas en muchos de los casos, que la verdá, la imparcialidá y la honestidá pervive por encima del mercantilismo, las estadísticas y los sares esos de audiencias. El Periodismo, siempre nos trae nuevas centrales nucleares.

Y los neutrones, están ahí. Luego depende de los físicos de turno si con ellos se hacen resonancias magnéticas o bombas nucleares.


lunes, 22 de junio de 2009

MATRIX II

Neo Fito no puede creerselo. Debe de ser un mal sueño. Un amarillo, epílogo de sus frecuentes borracheras de licor de pipa. O de reánimeitor. Las imágenes, vuelan en cascada sobre sus dos ojos: atónito y perplejo. En las primeras, aparece un tipo fuerte, vestido de negro y luciendo unas gafas oscuras que juraría de mediaos del siglo XX. Va con las manos juntas, abajo, escoltao por un guardia real o un carabinero de época. Mientras San Rafael, llora en compañía de sus ángeles. Después, el mismo tipo va fagocitando los demás hologramas. Con ropa más caribeña. Incluso a pecho descubierto, dejando lucirse a sus abalorios de pomposo colorao. Sonríe. Siempre sonríe. Al lao de un greñillas con cara de fado do Montijo, o metío en una piscina repletita de burbujas y damiselas. Sí, siempre sonríe. Y a Neo Fito, le recuerda a aquellos actores secundarios de series negras, cinco minutos antes de perpetrar su maquiavélico plan. Apenas se detiene en un cabaré de mujeres ostentóreas. Se siguen sucediendo las visiones. Unos compás sobre algunos libros, olvidaos sobre uno de los bancos de un vestuario. Una mini-puta que viaja en un 127, compartiendo asiento de atrás con un proyecto de yonqui; mientras los adultos de los puestos delanteros, arañan con sus cuernos retrovisores y ventanillas. de repente, paran el buga y salen escopetaos a dar un punterón a un balón, osamentas en ristre. En una de las representaciones, consigue descifrar una fecha. Fugazmente. Entre las telarañas que abrazan una urna de cristal vacía, cuelga un cartelito que dice en tinta “1991”. También entra en escena un viejo balón de Balonmano, pinchao, que en un tono sepia rellena la soledá de una esquina. Dos RIPs. Y luego estampitas de mesías. Muchas imágenes de un solo mesías, caminando entre las aguas del Mar Negro, abiertas a golpe de micrófono en forma de cayao. O silenciao. De repente, sonidos, Balbuceos confusos, distorsionados, que se elevan como arengas de batalla. Apenas puede distinguir un “ojo al pato”… “deficitario”… “chupósteros”… “ruina”… “fúrgol”… “alieti”… Y aplausos. Un montón de aplausos que suenan en dolbi surrender v. 1.98.7, en tanto el caballo de Atila se marca un baño de burbujas y masas, rodeao de una pléyade de ninfas pseudo-toscanas. Al final de la sala, cuelga un espejo. El hombre llamado caballo, trota hasta allá. Necesita mirarse. Y contemplar en su reflejo a todo un cavalieri. Todos los césares conducen a Roma. Vengan de Siberia o de Soria.

Morfeo de Pelotas, cierra la pantalla de TSJ. Mira a través de sus lupas lenonianas al tipo del boquío tamaño puerta de metro. Éste, se echa mano a la nuca. Por su través, se sucede el dolor como una corriente alterna. A latigazos. Las imágenes, vuelven a sucederse. Al principio, intermitentes, borrosas; como esas series de cine mudo con rayas y suciedá en la emisión. Se percata de que ya no le hace falta el monitor para tenerlas frente a su mente. Apenas ha sentido un leve pinchazo, cuando la Trini se aproximaba a su espalda. Un “clic” ha puesto en marcha la parafernalia. Su conexión con lo que aquellos extraños seres despeinaos que le acompañan, llaman Matrix. Y los hombres de negro, SAD. Atravesando el cobre del cableao que va a parar a su nuca, los datos comienzan a llegar con total nitidez. Se oyen rusmores. Cánticos y más cánticos, desde el purgatorio o los infiernos. Dos patricios volcando sacos y cofres de dineros sobre unas maltrechas arcas. Vestidos mitá de profetas, mitá de sufridores. Tipos compradores que pasean el ídem en medio de una tierra abnegada de pupas, costras y glóbulos rojos y blancos que pierden el jébere por llegar a cualquier herida. La que sea. Comisionistas jugando al monopoly sin pudor frente a un alcalde. Muchos mercenarios, unos zutanos y otros menganos, puestos en solfa por un senado compuesto por miles y miles de personas que se articulan alrededor de una pradera. Que sigue oliendo a cuero mezclao con hierba. Todavía… Entre esta ametralladora de escenas, se suceden leyendas breves, casi imperceptibles, que se cuelan entre fotograma y fotograma. Neo Fito, solo ha podido cazar alguna. Una ponía “este año, sí”. En otra, “hay que animar”. Apenas percibió la que expresaba “pusimos y ponemos mucho dinero”. “Volveremos”. “Nos estamos estabilizando”. “Necesitamos vender el Estadio para competir con los grandes”. O “salvamos al Club”.

Neo Fito no quiere ver más. Ni la mano de hostias en Arturo Soria, ni las confesiones entre caballos, ni la entrada del césar en Neptuno, ni la docena de coches patrulla en Virgen del Puerto, ni... Tenía la extraña sensación de haberlo vivido ya. Pero lo que no quería observar, por nada del mundo, son los capítulos por venir. Le recorría una extraña sensación de vacío total. En una coctelera con pánico. A la verita de un aperitivo compuesto de sardinas corriendo por el monte y liebres surcando los mares.
Cuando Morfeo de Pelotas le extendió las dos manos abiertas sobre el jerón, le entraron ganas de morirse. También sabía lo que iba a decir.

· Toma, Neo Fito. En una palma tienes la pastilla roja. Te permitirá seguir creyendo en toda esta vida de aficionao que has llevao hasta ahora. Seguirás valorando a indy, te identificarás con todos y cada uno de los anuncios de la señora rusmore, no verás a enemigos más allá de Chamartín o entrenadores-jugadores mercenarios, explicarás al prójimo como los medios te enseñaron que ellos pusieron el dinero… Cerrarás los ojos y te entregarás a la SAD con ese fervor incondicional que, como flores con pétalos de astilla colgando del alma, llevan los aficionaos junto a su pecho. En la otra mano, está la pastilla azul. Si la tomas, desconectarás de Matrix. El dolor, se te trasladará a mitá del corazón. Serás un renegao. Un rebotao. Un luchador en medio de la soledá. Y la desesperanza te perseguirá en esta lucha donde ellos tiran con bazoka, y tú con tirachinas.
Escoge, Neo Fito. Porque tú ya sabes que existen. Y existimos. Y que esta guerra no se permite ya más votos en blanco. Más pastillas en gris neutro.

Y Neo Fito, alargó su mano. Pa tomar la misma pastilla que tú, desde el otro lao de esta pantalla, has tomao.

Chu bi continuez. Bis.

lunes, 15 de junio de 2009

El hombre que era hincha de Telefónica

Ayer, se le vió cruzar por Las Tablas. Conducía un 600 tuneao en amarillo y azul, con un despampanante “Telefónica” que le recorría ambos laterales. Se lo había pedido en unos reyes, allá casi en tiempos de pre-ácné y gayoliyas. Y lo conservaba como oro en paño. Tenía otros modelos, con la T. La T circulada, la circunferencia y los puntos, la leyenda en cursiva… Casi todas las variantes en logo y color, plasmadas sobre su colección de coches. En riguroso tono corporativo. Unos pagaos a tocateja, otros a plazos, alguno pedido pa su cumple, que si papá noel… Pero, sentía una especial predilección por aquél pelotilla de época. Época de dobletes, donde se ganó el premio a la empresa del año en España, a la par que se consiguió la medalla de oro al reconocimiento por parte de la casa Real. En la misma temporada. Histórico. Y aquél capó con el edificio de Gran Vía serigrafiao sobre la chapa, no hacía sino percutir con nostalgia en su memoria. ¡Qué recuerdos…!

El tipo, era un cliente en toda regla. Un menda que se llegaba a su puesto de trabajo, nevase, lloviese o hiciese un calor del carajo. Con la puntualidá del té. Un prenda al que le tenían que venir 40 de fiebre, pa dejar de asistir a su ritual de asistencia. Y ya veríamos… O que acudía escayolao. A unas oficinas abiertas al aire libre, donde en verano tocaba calefacción y en invierno aire acondicionao. Cuando no se calaba hasta los tuétanos, en tanto entonaba con la lluvia cegandole los ojos un mítico “nadie en Telefónica sabía…”. Un “ es de Ono el que no bote, es, es…”. O que se venía desde las playitas de Huelva, en mitá de las vacaciones, por pasar horita y media en su puesto de telefonista. Con la bufanda de la Telefónica pillá sobre el cerco con la ventanilla del coche. Un fulano que pagaba a 100 pavos la camiseta de su propia empresa, pa llevar su logo a la verita del corazón. Y que se gastaba 500 del ala por añito, en el llamao abono-llamadas, con objeto de sentarse a ver como transcurría la vida de la empresa de sus entretelas. Un lerenda que se dejaba un pavo diario en comparar una revistilla pa leer una página que hablaba de su empresa. O pasaba insomnio con la oreja pegá al transistor, pa oir un minutillo de coba en los macro-progamas económicos nocturnos. Un gachó que lloraba cual madalena cada vez que se perdían 3 puntos porcentuales en el ibex-35. Que no cenaba. Que se le ponía una mala hostia pa echarla de comer aparte. Igual que cantaba, gritaba y saltaba sobre el suelo de su piso en las victorias, que era techo de aquél repelente vecino de abajo, cliente de Vodafón. Ese tipejo que bajaba, como él, ataviao con la bufanda de su adversaria compañía de teléfono anudá sobre la muñeca. Con el que había discutido en alguna ocasión sobre aquella opa hostil en clamoroso fuera de juego, o aquella otra subida de tarifas dentro del área, o esa transmisión asíncrona de tarjeta roja. En la que casi llegan a las manos. Pues cada uno, era mucho de su empresa. Aunque no recibieran nómina alguna. Ni siquiera aguinaldos. Y sí se dejaran una de jurdeles y otra de morterada en camisetitas, pago por visión, abonos, entradas, libros, cómics, viajes… Y otras cosillas tan a la vista como la afonía, y tan ocultas como los infartos.

Aún recuerda aquellos años de crisis. De cómo salieron cagando hostias, intervención estatal mediante, del top 20 de la bolsa. Y la vida. “Un añito en el infierno”, lo dieron en titular los creativos esos del marquetin… Aunque fueron dos. Penando por aquellos despachitos de pocos metros cuadraos, con toda la pléyade de comerciales pateándose pueblecitos y pedanías del contorno patrio. Y él, fiel cual Sancho Panza, pagando religiosamente tanto el establecimiento de llamada, como las llamadas nacionales. Que no internacionales. Con dos cojones. Si se declaró desde canijo de Telefónica, era el momento de demostrarlo. A las duras. ¡Santiago y cierra el móvil!. Por muchas ofertas y mejores servicios con que la competencia le aturullara, el tipo seguía tifando por su empresa. “De Vodafón, se hace, de Telefónica, se nace”. Y así tuviera que volver al teléfono a pedales o a manivela, él siempre sería de los azules. “Somos azules”. “El escudo de la T grabao en el corazón”. “Porque luchan como hermanos, derrochando cuota de alta y conexión”. Gobernara zutano o mengano, la Telefónica está por encima de las personas. Malas o buenas. Regulares o irregulares. Santos o delincuentes. Con ella, hasta la muerte. Uno de telefónica, nunca muere. Sólo pasa a vivir en el tercer rascacielos, en compañía de otros difuntos clientes, observando ya con celestiales ojos las evoluciones de las acciones sobre el parqué.

Y se le caerían lágrimas como chopos cuando llegara el día en que derribaran la sede madre de Gran Vía. E hicieran el parque del Móvil y el Fijo en su parcela. Ni los malayos, vamos. ¿Que como andamos de calillas?. Vaya, se cuenta, que la cosa va jodía. Que hay deuda, pa parar un tren. Que si las barbas del vecino, y las concursales que brotan como setas a su alrededor… ¡Imposible!. ¡Serán desgracias pa otros, como los accidentes de avión!. No podría ni imaginar, qué sería de su vida de hincha sin Telefónica. Porque, a estos añitos, no se iba a cambiar la chaqueta por otra de distintos colores. Pasarse a una tarjeta prepago, cuales abonos de junio. Hacerse de su odiao vecino, que paga algo menos y va con mejor cobertura. Y no tiene cortes en interné… ¡Amos, anda!. Por muchos cantos de sirena que le llegaran desde la factura, las llamadas internacionales y el güifi por el jerón. Uno, es de Telefónica desde que su abuelo le llevó por primera vez a aquella cabina que se tragaba los duros. Joder, qué pesadilla de sólo pensarlo. Vivamos tiempos presentes. Bueno, siempre quedará la fuente del Ancho de Banda, pa ir a celebrar los próximos dividendos de la empresa… La de los cuartos. Tranquis, que nos estamos estabilizando. “¡Ring, riiiinnnnng!”. “¿Aló?... Pero qué me dices, Mariángeles…. Os dejo. Que acaba de dar a luz mi señora esposa a un churumbel, y corro a darle de alta como socio en Telefónica…Abonao número tropecientos, con derecho a Tarifa Plana... ¡Qué ilu!...”.
El hombre que era un hincha de Telefónica tenía quince minutos pa apretarse el bocadillo en su puesto de trabajo. Como en el Fútbol.

EPITAFIO: “¿En qué se parece el Fútbol a los toros?. En esas dos cositas de ahí.”
Un empresario de éxito pa la calle y cooperador necesario pa los tribunales, dixit.

Escrito desde el sanatorio mental de Alcohete, a 15 de junio del año 17 d. C. de nuestros empresarios. Y póngale el guión donde proceda.

martes, 9 de junio de 2009

Las cuentas del Gran Capitán

Como a día de hoy, de ayer y, muy posiblemente de mañana, entre las gentes del Atleti se hace circular el bulo de que los directivos “pusieron, ponen y pondrán el dinero”, vamos a intentar desmontar esa falacia. O, al menos, darla unas collejitas versión tambaleo. Como primera providencia, es paso obligao pasarse por este enlace http://galeon.com/vda/sentencia.pdf pa ver lo que nos dice el Tribunal Supremo sobre la conversión a SAD del Club. O este otro, en versión “vagoneta”: http://www.lavidaenrojiblanco.com/Opiniones/La-osera-de-Cochise/Sin-nanines-ni-barcenas-a-pelo

Una vez ojeao el pasado más reciente (y más oculto, pues no ha habido pelotas desde la llamada prensa mediática a desgranar al público Rojiblanco lo que en realidá ponía ahí), pasamos a ocuparnos del presente. Tomemos, por ejemplo, el último presupuesto confeccionao sobre la economía del Club, temporada 2008/09. Esa cosa que suena a rollo, y a la que se necesitan 3.000 acciones (sólo el Leganés con 161, y el Murcia con 50, se “acercan”) pa asistir in situ a la misma. Acabe o no en comisaría. Se diga o no cómo terminó esa especie de omertá de donde emana el potencial del Club. Porque, por mucho que se airee lo “deficitario” del Fútbol, estos que dicen dirigirnos pusieron sus ojos sobre los burdeles del 3er Club de España, no sobre el Puerta Bonita. Mis respetos.

A través de este enlace, se pueden consultar los susodichos presupuestos:

http://f.imagehost.org/view/0248/SCAN0012

A por ellos. Los números, digo, que los otros están resguardaos bajo olas y silencios. Vaya por delante que los comenta un profano en estas lides, y que como tal, expreso mis dudas al respecto. A bote pronto, vemos que el capítulo de gastos (139.857.538) se equilibra con el de ingresos (141.030.861). Millón arriba, millón abajo, qué como nos vendría en la cuenta corriente de alguno. Pero, siendo por y para el Atleti, pies quietos manos quietas, que eso es sagrao. Bueno, no pa todos… Y, por más que miro, no encuentro un apartado especial donde ponga “montante aportado por el señor don cooperador: X”. Choca. De cojones. Sobre todo si uno tiene la cabeza como un bombo de escuchar cifras que anual y religiosamente desembolsa el sujeto en cuestión. Dicho por su propia boca, o la de sus palmeros. Perdón, periodistas. Alguno, de apellido gómez pa más señas y cara, aventura que la cifra oscila por ejercicio entre 30 y 90 millones de euros. Mas, insisto, sigo sin verlo reflejao. Ni en concepto de céntimos. ¿No estará usté haciendo falsa apología de unos cuartos que ni siquieran son suyos?.

Después tenemos otro entremés. La cantinela de que con el dinero de los abonaos y socios, no se paga apenas ni a la mujer de la limpieza. O similares. Pues bien, en dicho documento reza que en ese apartao, se ingresan 22.453.575 de euritos. ¡Coño, vaya sueldetes que se gastan los muy honraos operarios!. Pa encima tener el Estadio echo un asco… Esos, son los dineros, digamos “directos” del aficionao. Porque, indirectamente, aporta otros 28.274.390 de pavos, a través del pago por televisión. Que, conviene recordar, no son dos los que lo ven; sino cientos de miles de paganinis confesos. Incluso, tenemos una tercera parte: ingresos de comercialización y publicidad, con un total de 25.246.778 de euros. Obviamente, como en el caso de las teles, las camisetas, bufandas, libros, chandals, los cartelitos de los vomitorios y demás anuncios, tampoco los ven una pareja. Cobraríamos una mierda si fuera así. Esto, como lo demás, es tarea de todos esos millares de hombre y mujeres, abuelos y niños, correligionarios de esta fé ciega (de la que algunos se sirven a manos llenas), llamada Club Atlético de Madrid.

Desechando el apartado “ingresos deportivos”, por no tenerlo claro (supongo que se referirá a alquileres de recinto –AC/CD y Madonna- y demás satélites), conceptuaos en 20.010.716 euretes; nos queda que la suma de los otros tres conceptos en los que la afición es parte ACTIVA y EXCLUSIVA, asciende a 77.974.753 de pavos. Como el moco del ídem. Useasé, un poco más de la mitá de los ingresos.

A más camisas de once varas, no se meterá este cura, que son cuitas pa camaradas más versados en el tema. Solo preguntaré, por si se escucha la llamada: ¿a qué responde el concepto de “pérdidas de explotación: 28.347.639”?. O, “resultados financieros negativos: 9.964.694”. Y, “pérdida de las actividades ordinarias: 38.312.334”… ¿Serán estos los dineros aportaos por don cooperador, en modo camouflage?. ¿Podrá explicarmelo algún periodista que, hasta que se siga apellidando “deportivo”, debe entender de esto más que de los uñeros de la tía –suegra del último grito balomédico allén de las fronteras?. ¿En qué parcela o bajo qué denominación entrarían los ingresos obtenidos por patrocinadores de lo que fue Club y ahora SAD?.

Porque, más abajo, si me viene en mi cristiano el “beneficio por traspaso de jugadores. 20.000.000 de euros”. Esto es, que se tiene pensao pulirse a uno o varios por ese importe. No sé si contando ya con Hacienda o no… Y que allí también figura un desglose de otros 20.000.000 clavaos, arrogaos a la enigmática reseña “ingresos extraordinarios”.

Nada más, señoras y señores. A ver si pudiera hacer todo esto reflexionar al menos a uno solo de los desinformaos, por omisión o inducción, a no soltar tan alegremente la cancioncita del verano, primavera, otoño e invierno, que reza “pon tú el dinero”. ¡Papo, otra vez…!. ¿No ve que salgo en casi todos los apartaos, acompañao de mis congéneres?. A mí lo que me sigue faltando, es el capítulo donde acoquinan hasta con céntimos los que dicen poner la leña…Estaría de lujo que fuéramos aprendiendo a valorar más nuestras aportaciones en la fórmula 1+1, que tan INDISPENSABLES han sido, son y serán en la configuración del Fútbol a través de los clubes.

Solo me despido con una duda en ciernes. Señor Gonzalo Fernández de Córdoba, Gran Capitán, ¿son suyas estas cuentas?. Mire vuesa mercé que, en esto de la calificada por don cooperador como “deuda histórica”, tanto vos como la regia Isabel, podrían haber tenido arte y parte. El inefable carbono 14 acabará por decirnos si eran socios del Atleti. Si la estrecharon con brazo fuerte. Y su amor fué su Bandera.

Porque estos que se sientan a insultar desde el palco, o se esconden como ratas, ya le digo a usté que no. Un atlético NUNCA robaría ni humillaría a su propia sangre.

martes, 2 de junio de 2009

Un héroe del silencio

Los que acuden al Estadio, pueden verla. Allá, desplegada sobre la curva norte, justo debajo de los antiguos marcadores. A la parte del Río. En aquellas épocas, donde por los tajos entraban en tromba los aires fríos del Manzanares. Antes de que se cerraran. Allí está, ocupando unos metros que jamás serán cedidos pa publicidá. Perpetuandose en el tiempo, cual ramo sobre un corner. Convirtiendose, al paso de los pichichis, en un emblema más de los que aún pueblan las gradas de un Campo que vivió durante algunos años en el corredor de la muerte. De la misma suerte que el mismo Club. Que sus propios aficionados.

En ocasiones, cuando el viento viene excitao por las ocasiones de gol, y sopla con furia sobre escalinatas, aleros y vallas; mece sus grandes letras color nieve sobre la elasticidá de una sábana en tono sangre. Casi todas las gentes del Atleti, saben lo que pone. Y lo que significa. A los novicios que hasta allá se llegan, propios o forasteros, se les explica el significao de aquellas letras sencillas. Como el que relata el Génesis. Versículos y capítulos incluidos. La “Peña Jarpo”, es una peña especial. Que recuerde, la primera asociación de atléticos que no necesitó de una figura del Club, o el nombre de una localidá, pa constituirse.

A Vicente, en muchas ocasiones en las que habla de su amigo, acaban por humedecersele los ojos. Como es de ley cuando se rememora a grandes personas. De la mano de sus grandes vivencias. Si la leyenda, va acompañá de unas cañas con zumo de cebada, con mayor razón. A poder ser, con el “wish you were here” sonando de fondo, contra los mohosos tabiques de cualquier bar de La Latina. Y es que al Jarpo, le privaban los Pink Floyd. Ahora, que ya tiene epitafio sobre su pijama de pino, Vicente piensa que aquél estribillo rezando “que tú estuviste aquí”, le cuadra igual que el galón al general. Igual que la rebeldía al Atleti… A cada trago de birra, marcado en un círculo de espuma sobre las paredes del vaso, le sobrevienen los recuerdos. Desde aquellos partidillos de chapas sobre cualquier acera del barrio, donde los carritos de cal eran tizones que delimitaban praderas de cemento. De cómo los dos tenian al Sporting de Mesa y Cundi como equipo en la reserva, pa turnarse en cabelloroso gesto cuando no tocaba poner sobre los tapones los caretos del negro Cabrera o el chus Landáburu. Su Atleti. De los dos; de siempre. De aquellos primeros partidos buceando entre los banderones del Fondo Sur. Cuando aún eran peñas de jugadores mejicanos o argentinos. De aquél mal viaje a Francia. O de aquél buen pedete a la salú de un Bilbao clementista. De esas bufandas de punto, a doble capa, que ni abrigaban en los inviernos, ni hacían sudar en los veranos. Cuando el Club permitía licencias que ahora mutila la SAD.

La última vez que le vió, por televisión, fue aquella tarde de agosto. Un agosto más, pa los bolsillos de unos pocos. Un agosto menos, pa unas vitrinas de muchos. Al Jarpo se le habían acabao los dedos con los que contar años de vacío. Envueltos en celofán de promesas. Del charlatán al buhonero, a veces solo media una corbata. Y creer que un armani puede lograr lo que un carrito con un burro nunca ha conseguido: que te crezca el pelo, calvo. O que necesites un peine como el comer. Pero el tipo, venía de vuelta. Ni era mas atlético, ni tenía mas pasta que nadie de los que le rodeaban. Solo, y llanamente, había puesto sus orejas y sus ojos al servicio de los años. La experiencia. La observación. La curiosidá. La inquietud. La búsqueda de los por qués. Y estaba hasta los huevos. De manera que, como todo el curso anterior, y el siguiente, y el otro, se había armao de su sabanita. Rojiblanca ella. Que colaba a modo de capa, haciendola pasar por una banderita al uso; y remarcando el gesto festivo con unas pinturitas de guerra y un yelmo a lo Toro Sentao. En ocasiones, hasta se armaba con la trompetita de marras… El hincha idílico. Muy torrentiano. Y así, pasaba la primera censura de tornos, recibiendolos a puerta gayola. Ya en Grada, se volvía a vestir de Jarpo. Sujetaba con bridas los extremos de la pancarta sobre el claro de la barandilla. Cantaba el Himno, a silencio en grito, y aguardaba. A que se presentaran los guardias. Jurados. En cesión. Cuales zidanes de Valdeolivas.

Aquella tarde de agosto, el forcejeo fué mayor. Comenzaba una nueva temporada, y la peña estaba más en los futuros que en los presentes. Se las vió soliplás, en medio de la cuadrilla de pretorianos. Pretendió defender a capa y espada su voz, con tanto empeño, que un mal empujón le hizo caer de espaldas sobre el cemento. Y el Vicente Calderón, se lo quiso quedar. A él, y a su nuca. Un hilillo de sangre. Revuelo. Sanitarios. Manos a la cabeza. Funeral, portadas y preguntas. Mogollón de preguntas. Preguntas prohibidas en tiempos de SADs.

Desde aquella tarde de agosto, las pancartas se multiplicaron. Las broncas, brotaban como setas. Contundentes. Feroces. El palco, se convirtió en una pequeña-gran zona cero. Mucha, mucha, policia. El Atleti, había dejao de convertirse en una mera cuestión deportiva, pa transmutarse en una cuestión social. No era diles que se vayan. Decimos que se vayan. Nosotros. Los del Atleti. A una. En do sostenido. Portando miles de folios caserillos con el rostro del Jarpo impreso sobre su anverso. Aquél tipo que recogió el mote del más pequeño de los hermanos Marx. Por salao. Por mudito.

Por un Atleti digno.