De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

jueves, 30 de octubre de 2008

Atlet & Co.

Aventuro a que será el próximo paso, en esta sinrazón llamado Fútbol moderno, que con tanta saña nos ha tocao padecer a las gentes del Atleti. ¿Exagerao?, quizás. ¿Cuánto de exagerao?. ¿Me lo puede medir en tiempo?. Pues, tal y como caza la perrita, lo que mañana parece futurista, pasao puede antojarse carca. Vean si no cómo se las gasta la AFA a la hora de entregar toda la casta, armas y bagaje de una nación futbolera en brazos del primer ingenierillo que ofrece cerca de una docena de millones e euros. Y que el negocie, que pa eso es negociante... O cómo un tal Villaluenga vaga por el Fútbol patrio en busca de su villa perdida, mientras repite en su gloriosa égida “amunt Valencia”, “arriba Geta” o “hala ***”. Con su escudero de turno cambiándole pendón y honra a cada puerta que toca.

Nos la han metío doblá. Creímos cada uno, menos esos cuatro fantásticos de cómic, en nuestro mesías particular, y nos embadurnamos el ojete de vaselina, mientras rezábamos a San Balón y tal y tal. ¡Por un Manzanares navegable!. ¡Y con casino flotante!. ¿Por una Copa de Europa a la vuelta de la esquina!. ¡Pipas, chicles, caramelos y ligas, caballero!. ¿Cuánto cuesta, buen señor?. Su alma. Que el dinero, ya lo pongo yo. Por mucho que las píe el Tribunal Supremo ese de los huevos. Ande, ande, coja las chuches y repartalas entre la lumi de su hija, o el noelio de su hijo. Que ya me ocupo yo de esto. O mi vástago, al que cariñosamente apodo “calam”. La terminación me la ahorro, que ya da muchas pistas... Es un buen chaval, empezó de veterinario, ¿sabe?. A Imperioso no el puso la mano encima, porque le tengo mogollón de cariño. De cuentas, no sabe mucho, señor juez, pues ya le digo que lo suyo es hacer el lázaro con los animalillos, pero tié mu buena voluntaz. Tanta, que desde su madridista infancia, no le duelen prendas en llevar las riendas de los del Manzanares. Y apechugar con las cuentas de un negocio deficitario, este del Fútbol. Tan deficitario, que no nos conocerían más que en Soria y la parte serrana de Segovia, si no fuera por él... Y por el Atleti, claro.

Bueno, que no se asuste el personal de a bordo, cubierta, alcázar, velas y sentina. Se empezó estallando la botella de cava sobre el casco, con el nombre de Club, y bajo esa bandera se hicieron las singladuras más emotivas y gloriosas. Con sus naufragios, que también los hubo. Hace años que escogimos, nos escogieron o quisieron que escogiéramos cambiar el nombre al buque. SAD, lo llaman. No sé muy bien si porque el armador era un SAD & co; o en razón a que marinería y tropa SADlió cagando leches de la zona de máquinas y timón. A los abnegados tripulantes, les dicen que ahora son pasajeros. Y que no están más que pa pagar o guardar silencio. A no ser que haya abordaje. Entonces, sí. 50.000+1, y lo que haga falta. Como el burro del abuelo, que se le daba paja en la cuadra y no salía más que pa hacer eso. El borrico.

Quizás al próximo puerto, se le vuelva a dar una manita de pintura al bajel. Y se le coloque a letra gótica, sobre la amura de proa, la leyenda “Atlet & Co.”. Y como buena “Co.”, instalar sin pudor ninguno al mando, con planos y cartas de navegación varias o desvariadas, a cualquier “co.” de los “co.” de toda la vida. Desde albertos a condes. De las rosas, a roldanes.

Y, ni así, caeríamos en la cuenta.

Abnegada tripulación cuyo único fin futgolero es hacer ese 50.000+11.

Truene, llueva, haga viento o naufragio.

¿No lo ven, señores de la política?. ¿O es que son ustedes mismos jueces y parte?.

NO CON MIS MANOS.

SIEMPRE AFICIONADO.-

martes, 28 de octubre de 2008

Días de escuela (III)

Suena el timbre, al fin. Bocadillo, recreo... evasión. Una manada de enanos y enanas, soltando con premura los lápices, entonando un murmullo de victoria que nos perseguía en tropel hasta la misma puerta del aula. Dónde el cerco se convertía en un embudo de ilusiones, por el que íbamos desfilando a borbotones, hasta alcanzar toda esa largura tachonada de dibujos, poesías y otras manualidades menores que conformaba el pasillo. Una legión de símbolos precursores del Cobi del 92, que escondían entre su simpleza de líneas y colores, la misma pureza de la infancia. Las fotos de la vida que nunca pudimos revelar en la tienda del barrio. A través de su formación en horizontal, se acababa por ganar a la carrera el último esquinazo, donde las tórtola derrapaban cual derbi del Nieto, y te relanzaban a la bocana acristalada que daba permiso al patio. ¡El patio!. ¿Qué patio no suponía el jardín del edén?. Desde el patio del Moya, o el patio del Bomba, allá en el barrio, al patio del colegio. Todos los patios debieran de haberse declarado parques naturales para canijos. Cada patio que se despoblaba de críos, o pasaba a formar parte de la reconversión urbana, era una puñalada en mitad de divertilandia. ¿Qué coño hacían los sindicatos y las APAs, que no los defendían?. Hasta en los sueños más idílicos; acabado el Un, Dos, Tres, donde el edificio del colegio caía por cualquier intercesión de algún olvidado dios de infantería de infantes, el patio se salvaba. Era como la chica americana de las pelis.

¡Cómo estaba el patio!. Con su mercadeo de cromos, sus grupitos de niñas en leotardos y coletas organizando una timba de comba y goma, los dómines de las chapas partiendo equipos, los supporters de la olla echando a pares o nones... Y los capis de turno, jugandose al monta y cabe una de caballeros contra villanos. Con un balón de por medio. “¿Me pedirá?”, imploraba para sus adentros el malillo. “¿Jugaré con Zutanito?”, pretendía augurar el chanante. “A ver si me toca contra Menganito...”, aventuraba el macarrilla. “Joer, como se nota que son del mismo equipo”, iba radiando en sus pensamientos el que ni chicha ni limoná. Ya estaba el tinglao montao. Se habían levantao, como era precepto, cuatro pilas de jarseis sobre el terreno. Separados en parejas, que no arrimaban cebolleta por aquellos seis pasos que marcaba el reglamento interno infantil. Esos mismos, que valdrían en un momento dao para colocar con precisión de GPS el punto de penalty sobre el inmenso espacio que rodeaba la vida de los bajitos.

El balón, en el centro semigeométrico del Vaisapillar Arena. Como árbitro, el empollón, que era odiado por los unos y por los otros. Un leve gesto de brazo, hacía de triple pitido y, como años después diría el ínclito Joaquín Prats, ¡a jugar!. Los del otro equipo grande de la capital, contra los del Atleti. Sí, salíamos once. Y teníamos hasta reservas. Y otros desarraigaos que preferían acoplarse al rescate pa ligar con la princesita de turno que nos le hacía ni pvto caso. Y alguno que volvía emocionao con el verano de Laguía, y se había perdido en pistas de arena surcadas de curvas y puertos a dos manos y una de rodilleras. El Atleti de los críos, ganaba, perdía y hasta empataba. Hacía cuatro días que Vicente Calderón había pronunciado al término del partido de Bruselas aquella frase que no tenía sentido entonces. Nadie la pronunciaba. Ni propios, ni extraños. Blancos y Rojiblancos nos temíamos como dos lobos de enormes fauces, compartiendo el mismo corral. No existían gallinas. Ni complejos. El Equipo, era tanto o más fuerte que la misma Afición. El Club era nuestro. De todos y cada uno de los corazones que latían en sangre y nieve. No, no es que fuera un deseo de niño. Era real como las galopadas de Ayala. Como la Copa que Adelardo abrazó entre sus brazos.

Enseña a tu hijo. Oh, enseña a tu hijo a amar...

Al Atleti.

S I E M P R E A T L E T I.-

lunes, 27 de octubre de 2008

Días de escuela (II)

Sentados frente a una cruz, y cierto retrato. De dos en dos; sobre pupitres que igual valían para un parvulario que para un “licenciao”, para el gordito que para el tirillas. Alineados frente a un gran general vestido de luto riguroso. Más rectangular que cuadrado. Mudo. Con cientos de medallas en tiza que iban y venían de su uniforme negro, plano, como condecoraciones de sumas y restas, sujetos y predicados. La pizarra, podía ser el objeto más terrible e implacable de todos los terrenales. Incluso, que las mismas notas. Ahí, no cabían falsificaciones.

Escorado a su derecha, sobre un trono de tapiz descolorido, don José. Don sobre dones. Aún recuerdo su vaso de agua jalonado de huellas dactilares descansando sobre el escritorio de madera chapada en miedo. Igual le servía para echarse un trago tras la explicación, que para enjuagarse la dentadura postiza. Agua y madera, a dos palmos. La de la regla de la altura de una carabina que descansaba de plano, con más batallas que los milímetros que marcaba. Muchas más. Corría la leyenda, que aún colgaba de su anverso jirones de piel de niño. Si te acercabas lo suficiente, podías verlos.

Y el periódico deportivo, haciendo de tercer elemento. El fuego. Interior que despertaba entre los chavales de la clase. Todos sabíamos que, en su hoja central, venía cada mañana con un desplegable a todo color. Una foto en formación de un equipo de Primera, antes de disputarse el partido. Podía tratarse de cualquiera, desde el Betis de Esnaola al Sevilla de Biri-Biri; del Athletic de Dani al Valencia de Carrete, del Barcelona de Asensi al Sporting de Mesa... Pero, el que en realidad se convertía en sueño absoluto, en cielo hecho papel, de un mozalbete rubio, ojos achinados y pequeña alma rojiblanca, era el de Navarro, Marcelino, Eusebio, Pereira, Arteche, Capón, Marcial, Leal, Leivinha, Ayala, Rubio, Rubén Cano... Joder, que trofeo. ¡Cómo lucía el jodío, expuesto cual bufanda entre las manos huesudas del maestro...!.

Amigo...Costaría sangre, sudor y lágrimas. Entonces, los profes eran los que soltaban la mano, o su extensión en madera; y los alumnos recibían. Como esteras. El poder judicial y el ejecutivo, en cero coma, cogiditos de la mano y sin airearse mucho. Que las madres de más tenían con las coladas, las planchas, los bibes y demás SL, como para preocuparlas por el cabrón del crío. Don José, ponía el trofeo en el escaparate, entre los puños de sus camisa blanco-gior. Luego, doblándolo ceremoniosamente, trincaba con la misma parsimonia una tiza del descansillo de la pizarra, para escribir sobre ella una serie de preguntas. Breves y directas. Del tipo: “Tres reyes godos”. O “Nombre del caballo del Cid”. “El río de más caudal de España”... Las repasaba de espaldas, verificando cada letra, para terminar sentándose sobre su trono escolar. Cruzar los pies sobre la mesa, y desempaquetar una pera de agua de su flamante pañuelo blanco-moco. Antes de lanzarle el primer bocado, llamaba al sentenciado:

- Fulanito.

Y fulanito saltaba cual resorte de su asiento. Como si el mismo belcebú hubiera pinchado su culete con una aguja de coser albardas. El tramo que iba del pupitre a la pizarra, debiera de ser bastante parecido al que siguió Cristo del juicio al Gólgota...

Don Jesús, ya armado con su regla para varear nueces, señalaba hacia la primera pregunta del encerado. Fulanito, se retorcía desde su dignidad de poco más de un metro.

- Babieca- susurraba.

Y el maestro, anotaba sobre su cuartilla algo que debía de ser una “X”. A cámara lenta, volvía a repetir la liturgia de la regla alzada para la segunda cuestión.

- El Tajo- se decidió por fin el muchacho.

Era entonces, cuando don José, negaba con la cabeza. Y pronunciaba su palabra más lapidaria: “penalty”. Marronazo en superlativo. A la que fulanito, ya sabía cómo habría de responder; extendiendo su mano y colocando la yema de los dedos en racimo, vueltas hacia arriba.

- Santillana se perfila. Deja el balón sobre el punto fatídico. Coje carrerilla y...- El maestro, levantaba entonces su arma de destrucción masiva al techo desconchado de la escuela, para descargarla con un golpe seco.

El zagal, con más miedo que vergüenza, retiraba a la sazón su mano, y la regla golpeaba en vacío con un bufido, mitad aire, mitad letra. Que con sangre entraba. Contrariado, miraba con incredulidad al osado crío. Mas nada era capaz de interrumpir la ceremonia. Acaso algún “huy” entre la grada de pupitres.

- Se repite el penalty- sentenciaba.

A la segunda, su regla contenía más arco. Más furia. Y se iba a estampar con fuerza sobre las puntas de los dedos del fallón. Del portero de tergal y rodilleras de sky. “¡¡Zas!!”.

Y toda la clase, al unísono, se levantaba de sus asientos a la voz de “¡¡¡Gooooool!!!”.

sábado, 25 de octubre de 2008

Días de escuela (I)

Bien abrigado, llegaba al colegio. Sería allá por finales de los 70, hace no mucho tiempo. Entonces, o los inviernos eran más fríos, o las pellizas no valían más que para diferenciar a unos críos de otros. Las había de herencia, sobadas por toda la ascendencia de hermanos mayores; con parches y zurcidos hasta en las etiquetas. Feas hasta decir basta. Bastas como la padre que las parió. Y aún así, sentías como el frío te ponía un nido de buitre negro en mitad de los pulmones. ¿Es posible que no recuerde si comencé a fumar por calentarlos...? Los pantalones, de pana. O de tergal. Con dos inmensos ojos de sky, o cuero de pastel, a la altura de las rodillas, que duraban cuatro partidas de chapas y una de canicas. Los vaqueros, estaban en las telefunken de blanco y negro (asomaban ya las de technicolor), pues no habían tomado aún la calle de cintura para abajo. Lois, no era nadie por estos pagos. Y Lee, quedaba para los más cultos; como un general de los confederados... ¿Levis?, sí, sí, muy gracioso... Pero ése era su apellido; ¿no se llamaba Jerry, y ponía unos caretos mu raros?...

Bufandita de punto de cruz. O la cruz de la bufandita. Agarrando como cadenas de lana a colorines el collar de una prenda que suponía la mayor de las humillaciones. La indignidad hecha gorro de buzo. Tejido en azul, gris o verde despolle. La prenda de crío-crío, que madre ponía por montera por los siglos de los siglos. Una especie de chupete, llevado sobre la cabeza, con el que deberías de buscar los primeros escarceos pseudo-amorosos. Así, con esas pintas. Los verdugos han llenado más carteras que los propios libros...

Los zapatos, cualquiera valía siempre y cuando estuviera confeccionado en sucedáneo de piel. Que no fueran unos castellanos encargados para la boda del siglo, o unos de charol arrastrados desde las cavernas de la comunión. El zapatero, tenía un curro de pelotas con aquellas fundas de pie destrozadas sistemáticamente. Las conocía al pie de la letra; por dónde solían abrir, en qué lugar convenía reforzar y el tufillo peculiar que cada una despedía. Porque entonces, los calcetines llevaban sistema de refrigeración asistida. Con cierto tiempo de rodaje, que era lo propio, tendían a evacuar el gas por unos orificios o compuertas que se abrían a demanda sobre la acumulación atmosférica en el interior. La hostia, vamos. De patente y tírate a vivir de lamarca. Y sin NASA de por medio. Otros, simplemente le llamaban “tomates”. Los muy catetos.

Allá íbamos. Agarrados por descomunales carteras de sobre, con un única forma que tenían las muy jodías de meterles mano: por la chepa, y del asa. No sé como aquellos zagales no salieron torcíos según fueran diestros o zocatos... O lo que es lo mismo, zurdos. Esos que una vez dentro, el maestro se preocupaba de ahostiar con cierta cadencia. La justa hasta que cambiara de mano. Como Dios en su extensión escolar mandaba. Cruzando por semáforos donde un par de coches seguidos suponía toda una novedad. Una sinfonía de mayores y bajitos, acumulados a la puerta del colegio, mientras el conserje esperaba vestido de contramaestre del almirante Gravina. Tirando de los portones de la cancela, a lo guardia de Buckingham. Santiguandose por la sordi ante una avalancha de chavales y mozas que se le venía encima sin haber tomao aún el café. “Tres minutillos, y se los dejo a los de dentro”, pensaba el amo del calabozo en tanto pretendía poner un algo de orden en las filas. “Los de Dentro”. Esos, sí que tenían un infierno a la carta...

jueves, 23 de octubre de 2008

One Club Man

A la hora justa de partido, hay un cambio en las filas biritish. El primo del chaval más jovencito que falleció en aquél incidente de Heysel, donde también estaba como figurante el ex_señor platiní, camina a buen paso hacia la banda. Casi la mitá del Fondo Norte, le jalea y, del resto del Estadio, va arrancando unos dignos aplausos. Que en el Calderón, eso de reconocer algo al rival está como el kilo de angulas. O más. Unos, aplaudirán por el partidito tan apañao que acaba de marcarse. Otros, porque les supone el tributo en palmas a un menda que ha mamao club desde que recogía pelotas en la banda. Un tipo que lleva los cuajarones de lecha mamá colgando de los tacos de las botas. Un pavo que usa una piel roja, a la que cambia el moreno, pero nunca la etiqueta. El escudo. Un One Man Club, que dicen por aquellos pagos de la vieja Yngalaterra.

Así es que, sí señores, no se extrañen de aplausos ajenos. Hay gentes que los merecen, tanto o más que alguno que viste la Camiseta propia. Hay tradiciones que, amén de serlo, parecen hasta sanas. Humanas. Sentidas. Y esta, es una de ellas. Como una voz que se levanta por encima de las marcas, los ibex-35, el tráfico de mercenarios, la trata de esclavos de millones de euros... El prenderse al Fútbol, agarrarse a sus carnes divinas como si fueras a marcarte un chotis, conlleva valorar a estas gentes que van de pañal a bastón. De los que nacen y se hacen. Y además, aguantan el tirón. Tirando de aurícula.

Por eso yo ovacioné a Steven Gerrard. Es lo único que a día de hoy puedo envidiar a un club como el Liverpool. Que conserva un canterano capaz de transmitir los valores mamaos desde que limpiara los borceguís a la estrella de turno liverpuliana. Que hubiera cogido con una mano el balón y con otra los huevos de los felices celebrantes cualquier sábado con 1-1 y todo el descuento de por medio.

Me encanta comprobar que todavía existen las águilas imperiales. Los osos pardos. Los linces ibéricos. E intentar en la medida que pueda y sepa cuidarlos. Para que no se extingan. Para que mis hijos puedan disfrutarlos en vivo y en directo. Sin fotos color sepia.

Cuando abandonaba el Estadio, aún retumbaban los cánticos de sendas aficiones sobre los muros sagrados del Vicente Calderón. “Fernando Torres, lo-lo-lo-lo-lo-lo, Fernando Torres...”. Entonces, me toqué el bosillo de la chupa. No, no lo había perdido. Estaba allí el último número del “Media Punta”, doblao y sudao, pero vivito y coleando. Con su artículo sobre nuestro último mohicano. Aquél que le hiceron capitán nada más salir de la adolescencia... Una vez alcanzao el coche, desdoblé el número de la revista, volví a leer aquél artículo:

“La última vez que ví a Torres fue hace dos meses. Estaba en el pub de Sammy, en Kirkdale, y no tenía buen aspecto. Sammy me dijo que iba todos los días y se agarraba a la botella. Ya no hablaba con nadie. Solo grunía. Alguna vez, y cada vez menos, algún joven idiota se acercaba al viejo striker y trataba de sacarle una conversación sobre aquellos viejos y buenos tiempos, pero Torres rezongaba: “Nunca fueron buenos, pero sí que son viejos...”

Pero no son tan viejos los recuerdfos cuando te van comiendo...Desde el amanecer hasta la cama; hasta que la botella golpea la moqueta de tu cuarto y te haces bicho-bola abrazado a una mala almohada.

Torres es un hombre... Bueno, sólo una vez, cuando entró en el pub aquél tipo con la Camiseta del Atleti. Se le cayó el vaso y se marchó.

Miento al decir que le vimos llorar... Pero si hubiera jurar que estaba llorando, yo lo juraría.

Hace dos meses, un día, fue al baño a pelearse con la próstata y se dejó la cartera encima de la barra. De entre toda la mierda que llevaba aquella billetera hinchada sobresalía el recorte de un periódico. Sammy y yo nos miramos y sacamos aquél trozo de papel. Era la crónica de un partido contra el Atlético de Madrid en el Vicente Calderón.

No sé español, no sé que decía, pero la foto que dominaba la crónica era la suya, sonriendo, con la camiseta del Liverpool, de rodillas; con el cuerpo para atrás, abrazado a Gerrard, celebrando su segundo gol al Atleti.

Yo miré a Sammy sin entender ni mucho ni nada y le alargué la fotografía. Sammy la miró mucho más despacio. Al final soltó un gruñido y me la volvió a pasar. “Ahí está, ¿no lo ves?”. La volvía a coger y la miré. ¿Qué estaba ahí?. Un tipo feliz, joven, con la camiseta de un grande de Europa, abrazado a un jugador de leyenda... La sonrisa de “The Kid”... Sammy, no veo...

- Mira el fondo

¿El público?. Caras antiguas de hace cincuenta años, de principios de siglo. Dios, sí; ahí estaba. Era un niño pequeño. ¿Qué tendría, nueve años?. Lleva la Camiseta del Atleti. Está llorando. Levanté la vista. Torres había vuelto.

-¿Con qué derecho hurgas en mis cosas?

- ¿Hicistes llorar a un niño del Atleti?. ¿Fue eso, Torres?. Dí, ¿fue eso?

Me miró con furia y asco, y dijo:

- Ojalá hubiera estado lesionado.

No vi llegar el puñetazo. La botella cayó sobre la barra. Me arrancó el recorte y se largó. Aquella fue la última vez que ví a Torres.

Aquél viejo striker del Liverpool.”

Por José Antonio Fúster.

S I E M P R E E S T I R P E.-

martes, 21 de octubre de 2008

Mi reino no es de este (jodido) mundo

Bienaventurados los silenciosos, porque de ellos será el reino de la mediocridad.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán el título. De mejor afición. De chir-lider. ¿Qué os creíais por “título”...?

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán sodomizados con sus lágrimas. Y jamás mamarán.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán entregados a los intereses bastardos. ¿Dónde está la bolita?

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos hallarán miserias y segundas mejillas.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán al Oso y el Madroño. Las 7 estrellas. Las ocho barras. El Club.

Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de... Puta, baja y mete los goles con los cuernos.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los Ángeles. De San Rafael. El futuro ex_reino del Manzanares. Marbiella. Valdeaceitunos...

Bienaventurados sereis cuando os injurien, y os persigan, y os digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mindundis. Y no llegar ni a 15.

Alegraos y regocijaos, puesto que vuestra recompensa será grande en los cielos, que no en las vitrinas; pues de la misma manera persiguieron a los atléticos anteriores a vosotros.

En la era de vuestro señor, del anno veinte y uno s. a los g.

Palabra de un prescrito dios.

Te adoramos, óyenos.

domingo, 19 de octubre de 2008

Lo siento,niños

Por vosotros.
Por toda esa retahila de lunes al sol. A la insolación.
Por todo ese veneno que llevais tragao.

Por todo lo nada que han hecho padres, tíos y abuelos por sacaros la mandíbula de la víbora de vuestras tiernas e inocentes carnes.

Lo siento.
Como hacen los cobardes.
O los impotentes.

¿SIEMPRE CON CARBÓN?

¿Niños del Atleti?.

¿Sabeis qienes son los Reyes...?

jueves, 16 de octubre de 2008

Romance del ciervo y el Oso

Estandose el ciervo un día

paciendo entre la maleza,

oyó quebrarse una rama

una noche de tormenta.

-

¿Quién va?, conminó a los aires

mientras su cuerpo adecenta,

¿¡Quién va!?, repite gallardo

en tanto su pecho aumenta.

-

Oso me llaman, doncello

y el madroño me calienta,

siete estrellas son mis ojos

y ocho barras me sustentan.

-

No me impresionais, peludo

ni habeis porte, ni belleza;

sois sucio, ni vais en metro,

ni teneis nueve osamentas.

-

Cornudo no soy, madamo

¡bien lo sabe tu parienta!,

anoche cayó del catre

tras quedar en complacencia

-

Osados los que no callais

así cien mirlos os metan,

¿o no somos superiores

los que os ganan las afrentas?

-

¿Superior decís, señoro?,

¿con las cosas que se cuentan?;

Sois en el fondo tan pobres,

que no tenéis más que renta.

-

Por castigo la llevamos,

pacemos donde nos venga;

¿quién no quiere ser un ciervo?,

pues siendo ciervo, no hay deuda.

-

¿Ciervo?, quite, señor damo

¡qué transformación horrenda!

Virgen del Puerto te pido,

no me pongais cornamenta.

-

Allá vos, por descreído,

seguid a sal y pimienta;

márchome a pastar al Río,

que son aguas que me tientan.

-

Que pastais es conocido

por toda la concurrencia,

ahora, sabed que os digo

que no hay más pasto ya en venta.

-

Y, ¿quiénes me lo prohiben?

¡si soy el rey de la selva!,

el del mambo, el más temido,

¡miradme si no las cuernas!.

-

Hasta aquí llegais, bambino,

no hay Oso que ya consienta

cederos a vos más hierba,

sin que os resulte harto cruenta.

-

Tomandose impulso el Oso

cayó en carrera violenta,

sobre los lomos del ciervo,

y a poco no lo revienta.

-

Romance acaecido en la noche del 18 de octubre del año del señor de dos mil y ocho.

Recopilado en "Cantares de Gesta", sección Atlético de Madrid, legajo ATM-1.903

miércoles, 15 de octubre de 2008

platini, dimisión

Señores de UEFA: lo que están cometiendo contra el Club Atlético de Madrid y su afición, raya el esperpento. Por los que lo perpetran. Por los que lo sufren, la indignación.

Es de locos, que se tengan en mayor estima las declaraciones partidistas del presidente, los periodistas y jugadores (no todos) del equipo francés,; que el propio informe del delegado de seguridad DESIGNADO POR VDS. para cubrir el evento. Cuyos informes aluden a una organización “perfecta”. Que es la parte que compete al Club.

Es de locos que se escriba una carta al presidente del Gobierno español por parte del presidente de UEFA, en la que se constata el malestar por el exceso de celo en la actuación policial durante el encuentro y que, al no poder actuar sobre el verdadero destinatario, se castigue en una rabieta infantil, más que ejemplar, al que pasaba por allí en el momento. Esto es, el Club Atlético de Madrid.

Es de locos que se pretenda sancionar en aras del pacifismo más absoluto, castigando a los violentos, y la afición desplazada del Olympique de Marsella, se vaya de auténtico vacío. Pues si entran a valorar la acción policial, deben de valorar la acción ultra. Y como hubo porrazos, hubo sillazos.

Es de locos que se mezcle el grito de guerra de aliento a nuestro “10”, con la onomatopeya del mono. Si hubieran permanecido atentos al partido, en vez de entrar 20 minutos tarde, o mirar al tendido, habrían reparado en que se producía al término de alguna jugada protagonizda por el mencionado Kun Agüero.

Es de locos que los “pacíficos” y “pisoteados” ultras marselleses tuvieran un paquete-seur con una comitiva de bates, dicen que suministrados desde algunos descerebrados de Sevilla, para pasar limpios de polvo y paja la aduana. Curioso DNI pa presentarse en un estadio.

Es de locos que la afición, espectadora y pasiva en su 99,9%, tenga que pagar los dimes, diretes y rencillas de un cacique que juega al Justiciero sin tener del otro lado de la balanza los elementos de juicio para sentenciar libre e imparcialmente. Todo lo cual hace sospechar sobre amiguismos, presiones y chauvinismos que tan alto dejan el cartel representativo de UEFA.

Es de locos que el club anfitrión, sin tener participación por medio de su afición u organización, sea el destinatario de unas durísimas sanciones, provocadas por agentes externos como pudiera ser, sin entrar en valoraciones puntuales, la policía local, o las aficiones visitantes. De locos, y de un peligrosísimo precedente.

Es de locos que en una primera comisión de seguimiento sobre el partido, la declaración final fuera que no había sucedido nada que pudiera hacer punible la figura del Club anfitrión. Y que a instancias de una campaña mediática, donde el fin era arrebatar los puntos que no se ganaron en el terreno de juego, se haya plegado el ex_señor platini a las exigencias de los demandantes. Ignorando la evaluación de sus delegados y comisiones de seguimiento en primera instancia.

El Club Atlético de Madrid no es chivo expiatorio de nada ni de nadie, sino un Club histórico, maduro y digno que sabrá encajar lo que le corresponda, pero no lo que le impongan. Ni transfieran. Ni digan que ha hecho sin hacer.

Por toda esta concatenación de locuras, despropósitos, abuso de poder y parcialidad manifiesta, EXIGIMOS LA INMEDIATA DIMISIÓN DEL PRESIDENTE DE UEFA, MICHEL PLATINI.

Y lucharemos con todas nuestras fuerzas para que así sea entendido por la masa de aficionados. A la vez que respaldamos cualquier reacción contundente por parte de la directiva del Club Atlético de Madrid, como salvaguarda a la dignidad y honor que tanto la Institución como sus aficionados vienen sufriendo con tamaño atropello.

Gentes del Atleti.

lunes, 13 de octubre de 2008

Nace La Vida en Rojiblanco

Un grupo de periodistas y bloggers del Atlético de Madrid se han unido para crear la web ‘lavidaenrojiblanco.com’. Se trata de un proyecto innovador en el que los periodistas a través de sus opiniones pretenden crear una comunidad de información y opinión que aglutine a toda la afición colchonera en un solo portal de Internet. El objetivo de esta iniciativa es que los periodistas y los aficionados puedan compartir, a diario, sus impresiones sobre la actualidad del club.

Cada periodista contará con un rincón personalizado, donde, con una periodicidad semanal, escribirá sus opiniones a modo de blog, y podrá debatir con los usuarios y el resto de periodistas de la web.

El proyecto pretende aglutinar a toda la comunidad atlética, por ello en él participan, tanto periodistas reconocidos, como los bloggers rojiblancos más famosos que en su día se lanzaron a la aventura de escribir sus opiniones en Internet, y que ahora se han unido a esta iniciativa.

Aunque se trata de un portal con un perfil claramente destinado a la opinión y el debate, la web contará además con crónicas de los partidos, entrevistas, noticias, foros, juegos, sorteos, rincones para el usuario y un sinfín de servicios que se irán añadiendo, para convertir ‘lavidaenrojiblanco.com’ en lugar de reunión y de referencia de los millones de atléticos que hay repartidos por todo el mundo.

Además, como novedad, la web dispondrá del servicio ‘Atletipedia’ en el que el periodista de El Mundo, Fernando Sánchez, responderá a todas las dudas y curiosidades que los usuarios tienen sobre la historia del Atleti.

Hay que recordar que Fernando Sánchez realizó una tesis doctoral sobre la historia del Atlético de Madrid que obtuvo la calificación de Matrícula de Honor Cum Laude.

La Atletipedia se irá ampliando con un glosario, para que el aficionado rojiblanco pueda consultar en cualquier momento la sagrada historia del Atlético de Madrid.

La primera comunidad de periodistas rojiblancos acaba de comenzar. Desde aquí todo serán nuevas incorporaciones, desde un concurso para encontrar nuevos talentos periodísticos, hasta las novedades más atractivas que iremos desvelando poco a poco.

Como muchas leyendas rojiblancas, La Vida en Rojiblanco (LVR) no tiene techo y está lanzada. El objetivo es llegar al aficionado desde la independencia informativa, sin una línea editorial predefinida que condicione las opiniones de los tertulianos.

LVR será un debate futbolístico con tinte rojo y blanco, fuera de todo sensacionalismo gratuito y lejos de determinados estilos periodísticos actualmente de moda. Nuestros periodistas marcarán su propio estilo, un estilo claro y serio, rebelde e independiente, pero con cariño real y auténtico hacia el Atleti, no en vano llevan LA VIDA EN ROJIBLANCO.



sábado, 11 de octubre de 2008

"No se puede"

THOMAS ALBA EDISON: “La luz eléctrica, es un imposible. Quedaros con candiles y a dos velas”

ROGER BACON: “El que nazca o contraiga un defecto en la vista, ajo y agua. Las gafas, son una auténtica utopía.”

BENJAMIN FRANKLIN: “Lo siento por los que los parta... Un pararrayos, es un imposible.”

JAMES WATT: “Nada, nada, haceros Madrid-Valladolid a pie o a burro. Que la máquina de vapor es una quimera”.

ALEXIS DUCHÂTEAU: “Aquél que pierda los dientes, que subsista a base de papillas. Eso de –dentadura postiza- suena a mariconá de regreso al futuro”.

JOSEPH BRAMAH: “A cagar a las eras. El WC no son más que las siglas de una ONG”.

ALESSANDRO VOLTA: “Hala, que cada uno se coja su enchufe y su alargadera de +500 metros. ¿Una –pila-...?. ¿No es un recipiente pa fregar?

KARL BENZ: “¿Que no tienes el curro al lao de casa...?. Vaya putada , macho, porque ponerse a inventar el motor como que es una utopía.

CHARLES SAURIA: “¿Qué si le doy fuego?. Ande, enciendase el pitillo con dos piedras, que el fósforo es una cosa imposible”

ELISHA GRAVES OTIS: “Súbanse las compras del hiper por las escaleras, o cómprense un bajo. Inventar un ascensor, que además frene, como que no se puede.”

GUGLIELMO MARCONI: “Radio Intercontinental?. ¿Radio Marca ?. ¿Radio nacional de España...?. Pero, ¿qué diablos es eso?...¿Un segmento lineal que une el centro del círculo con la circunferencia, na más que en versión rara...?”

CHESTER CARLSON: “Que no, que no; si quiere duplicar el folio, a manoplilla. Como los monjes. ¿Fotocopiadora?... Eso es imposible, buen hombre...ja,ja, fotocopiadora, dice...

MANUEL JALÓN COROMINAS: “Hay que doblar el espinazo, coño. De toa la vida. Pues no quedaría ridículo el paño con un palo. Además, no se puede.”

TED HOFF: “Y si quereis seguir de cháchara por redes, os salís al patio. U os meteis en dos pesqueros. Que el microprocesador es imposible de inventar. Y a dos gigahercios, ni te cuento...”


Otros muchos que faltan aquí, y en otras listas, no llegaron. Abrieron el camino, o simplemente se quedaron en él. Y dijeron “es muy difícil”. Cuando lo HUBIERON INTENTADO.

Sin la tenacidad de todos estos personajes, y otros muchos que no figuran, nos hallaríamos más cerca de las cavernas. Si estos logros salieron bajo la persistencia de unidades, ¿qué no podrían hacer millares de personas?

Cerramos el círculo, citando al inventor que abrió el mensaje, Thomas Alba Edison, inventor de la bombilla:“Joven, yo no fracasé dos mil veces en hacer una bombilla; me limité a encontrar mil novecientas noveinta y nueve formas de no hacer una bombilla”




Por un Atleti digno, los tenemos que echar.-

jueves, 9 de octubre de 2008

Los albores del siglo XXI

Van trayendo a la sombra del sobaco, cual pan bajo el brazo, un muestrario de panaceas, que bendita la gracia. Desde esa globalización que pone corona y cetro a los trust industriales sobre las mismas monarquías y repúblicas de antaño, a las 60 o pico horas semanales de tajo. Mientras, con unas seguiremos pagando del erario a reyes, sobrepasados ya no solo por políticos, sino también por los CEOE boys. Y en las otras, nos cepillaremos la memoria de los que dijeron no al “de sol a sol”, cuando aún las gentes eran capaces de acudir a concentraciones contra el Estado. En vez de convocadas por el Estado. Hace ya casi la friolera de un siglo...

Más o menos, el mismo tiempo transcurrido para que la globalización de inflar el globo de los que más y mejor soplan, llegara al Fútbol. Ley del deporte mediante. Y comenzara a repartir SAD cuales hostias consagradas. ¿Intenciones?. Vereis con el tiempo, que jardín del Edén, comentaban los más ilustres futurólogos del balompié y la economía sumergidia. Que viene a ser un tipo de economía entre fenicia y hebrea, basada en el dinero de un negro, para trapichearlo con un b(l)anco. Al menos así me pareció entenderlo...Un lío racial de pelotas, vamos.

El tema, que diría el más Aragonés de los luises, es que se ha hecho un pan como esas hostias. Pero ya sin consagrar. Pues se ha comprobao que eran de palo. Y Hacienda, tras su brillante plan, tié perdoná a día de hoy mucha más pasta que la que le urgió cobrar en el 92 con la conversión de algunos morosos a SAD- panaceas. O que la suspensión de pagos, camuflada semánticamente en esa frasecita laura-ingels: “ley concursal”, amenaza cual buitre leonado los estrechos desfiladeros y las anchas mangas. Con sus anchos mangantes. Esos especimenes felisianos que, lejos de proteger a las especies de aficionaos, los han esquilmao hasta dejarles sin gotica de sangre. Tras bacanales con billetes de a 500 (de esos ciento y pico millones que no aparecen) usados como klinex. Ahora, corren al amparo de los organismos públicos. Ellos, que siempre fueron tan capitalista-liberales. Como estos banqueros catacrak y estas aseguradoras hostiazo tan de última moda... Pero en este jodío mundo, se entrulla a los canis. Lo del pan y el bosque, que decía aquél. Así, tenemos a esa fauna felisiana, muy ibérica, que llegó, vió y se lo llevó. Muerto o vivo. Unos con billes del monopoly, otros con avales que nunca se ejecutan, y muchos con el “mete uno y saca diez, de puta madre” que ya cantaban esos Leño premonitorios allá por los 80. El oportunista, creo que se titulaba...

Pero, como buen vendedor, les traigo un remedio, que no diré infalible, pero sí práctico para la caída. No la del cabello, que la pobre no tiene más asidero hoy en día que el de la resignación; la caída de los pantacas hasta los tobillos. Y ponerse un pañuelo (ese que no se saca ya en Fútbol) en la boca pa soportar el dolor, mientras rezas a la virgencita de los resbalones que le haya puesto cantidubi vaselina al asunto el gachó de turno. Que te han colao un Fútbol que no era lo de antes. Que se ha llevao su idosincrasia el quinto viento de abril, hace algunos años. Y conforme pasan más, menos se le reconoce el cartón. El pecho. Los brazos. Las bielas... Joder, si parece un frankenstein de saldo...

FASFE. Federación de Accionistas y Socios del Fútbol Español. Un “sindicato” pa los que quieran “sindicarse” y defender el Fútbol nacional de toda esta jarcia de amorraos insensibles que nos lo patean. Por un puñao de dólares. Por unos montones de deudas. Una oportunidad para que las democracias vuelvan a las aficiones. Una guerra que habremos de pelear cogidos de la mano. Como AFICIONADOS. Que luego ya nos ahostiaremos futboleramente en la Pradera, como ha venío sucediendo a través de los años.

Pero las risitas y timos a los hinchas del Fútbol, se van a acabar. Y al que veamos de ese palo, a la puta calle a los 4 años. Como hace cualquier democracia. ¿Verdá, señor Zapatero?.

NUNCA CLIENTES.

martes, 7 de octubre de 2008

Alegoría del lobo y el cordero

Érase una vez, en un bosque próximo a un Río, una manada de lobos. Peculiares donde las hubiere, pues su pelaje tenía una franja roja al lado de cada raya albina. Con tonos azules por los cuartos traseros. De toda la vida de Dios, o al menos ochenta años, gustaban de cazar a su bola, establecidos en jerarquías donde el lobo mayor de la manada era elegido en pleno cánido. De allí, gobernaría los designios del clan durante cuatro inviernos y cuatro veranos. Incluso, hubo patriarcas con la decencia de dejar su vara de mando en la piedra sagrada donde se dirimían todos los asuntos, si la conducción de los suyos resultaba nefasta. Solía rodearse de lobos criados a los pechos de las hembras propias de la manada, y se tuvo sus malas cacerías, y un número muy digno de cacerías buenas. Eran, uno de los cabecillas de la Piel de Toro. Las pupas, las hacían ellos. Más que recibían.

Hasta que llegó el Hombre-Promesa. Un tío descomunal, plagado de ríos navegables, cabezas de león en picas sobre las puertas de las casas, gloria eterna y colmillo afilado de aquí a la eternidad. Y prácticamente todos los lobos, por unanimidad unos y dejadez otros, bebieron de su mano y le entregaron cuerpo, alma y memoria. Que manera de aullar a la luna... Ya, no hubo más plenos de cánidos sobre la piedra. Compró los terrenos de caza de la manada por una hoja de roble. Caducada. Prescrita. Se creyó dueño de todas las almas que poblaban aquella otrora auténtica orilla del Río. Echó a patadas a los viejos lobos con memoria y orgullo. Fue transmutando, a través de su saga de Hombre-Promesa & Hijos, el corazón de lobos en aurículas de oveja. Sí eran más, pero en realidad eran menos. Y con unas extrañas lanas que sustituían su pelaje. Unos dientecillos de comer verdura que suplían sus antiguos colmillos recios. Incluso, cuando pretendían gritar a la luna, salía de su interior un balido, en lugar del fiero aullido de antaño.

Los linces, las comadrejas y los hurones, cazaban más y mejor que ellos. Los leones y los leopardos, les ignoraban. Casi les compadecían. Toda la fauna se alegraba de que el lobo ya no cazara en el bosque. De que el Hombre-Promesa guiara los designios de aquella antigua raza orgullosa. Mientras, el lobo transmutado en oveja, miraba a todo su alrededor, y culpaba a las hadas, las meigas, las hayas o las piedras de su infortunio “histórico”. El Hombre-Promesa cortaba sus árboles, vendía su leña, traficaba con las hectáreas de caza y los tenía a pan y agua. Le bastaba hablar del mañana. De los nuevos “lobos” que habrían de integrarse. De las desestabilizaciones. Del pastor que tenía en ciernes...

Y así, pasaron los años. Unos dicen que 12, y otros que 20. El caso es que, cuenta la leyenda que hubo un grupo que, al ir a balar, les salió un aullido. Recordaron. Recapacitaron. Se instruyeron. Y recordaron a toda la manada quién les cambió la voz y la piel de lobo, por la de cordero. Quién trajo y mantuvo toda aquella ruina, más allá de hadas, trasgos, duendes, ramas o granizo. Y le señalaron. Y fueron a por él en manada...

¡Coño, que duro está el suelo!. De otra, me parto la crisma. Apaga la luz, cariño. Solo me he hecho daño en el corazón. Buenas noches.

S I E M P R E F I E R A S.-

domingo, 5 de octubre de 2008

El patio de mi Casa

Es particular. Tan particular que ningún patio de otra casa tiene una sentencia sobre apropiación indebida a su chepa. Tan particular, que es un terreno gafe, y hay que pulirlo a pelo. O a peluca, que viene a ser parecido. Tan particular, que es pa partirse el cular, si uno no fuera el inquilino. Porque dueño, es otro. Ya sabeis, el que pone el parné. Jodido sistema, que te trata como cliente sin poder, ni siquiera pensar, en mudarte a otra competencia con menos puñalás. No digo más réditos, ni más orgasmos; sino menos cruzadas de cara. Pues hemos elegido por unanimidad e inacción, que rija nuestros designios uno de cara cruzá. Así le cayó desde las manos de su progenitor, y así se lo irá pasando a su descendencia. Un juguete roto, al que le arreglas una rueda y se jode el carburador. Un legado famigliar, fruto de un atraco con tintes de violación, al que los civiles y militares cerraron sus ojos. O miraron a otro lao. En cuya sección de maternidad, va dejando más abortos que niños. Mientras el violador saca chequeras marca acme pa invitar a silencios, y la pléyade de civiles y militares le palmean la espalda por aquél polvo a lo bestia que la echó en un funesto callejón llamado 1987. ¡Cómo se la tiró!. Con que fuerza bruta. ¡Cuánto gritaba la furcia!. ¡Qué machote...!

En el patio de mi Casa, no se puede decir “cómo está el patio”. Na más que pa mentar si hay mucha chiquillería en la Plaza el día de diploma, o jalear al equipillo de turno que a duras penas se forma ya entre los de la misma escalera. Y pa silbar a la portera, o al sintecho nº 13. Que, junto con el empedrao, es la cizaña que se come los campos de trigo y amapolas. En ese patio, el señor Nohagopodio es el que parte el bacalao. Dá de comer al hambriento, y de beber al sediento. Lleva la caja de caudales, y rinconetes, cortadillos y sumisillos, damos loas por las cuatro esquinas de permanecer bajo el abrigo de su manto protector. No hay mañana que no se eche un rezo al Cristo de los Prescritos, porque el don haya salvao el patio de la desaparición. Con tó, los hay que se quejan de hurgar en los estercoleros en pos de unas mondas de plátano. ¡Los muy desagradecidos!. No tienen ni pvta idea. ¡Con lo que lleva gastao el señor Nohagonipodio, por que el patio no esté más liquidao que la concejalía de roca...!

Desde el patio de mi Casa, que es también la tuya, apenas se ve el sol. Lo cierran caserones de peculiares nombres. El que está orientao al sur, dicen que se llama “Recalificación”. El del este, “Deuda”. Por el oeste, “Incompetencia”. Y mirando al norte, pa no perderlo, “Vergüenza”. Son construcciones tan altas, que están a un tris de enganchar con las nubes. Dejan pasar, de equinoccio a solsticio, un débil rayo de luz. Va a parar envuelto en tanto brillo como humo a una de las esquinas del empedrao. Y allí, nos arrejuntamos tantos, que acabamos frotandonos los paquetillos y los mondongos sin orden ni concierto. Organización, clama una voz. ¡Y un huevo, con lo que ha costao!, responde otra. Y soñamos con orgías de balones, levantando copas fuera de interné, y matandonos a abrazos entre gentes conocidas y desconocidas. Nunca una comunidad de vecinos corrió tanto tras el palo con la zanahoria. Jamás a una sociedad se le dieron tantos palos mientras perdía el resuello tras ella. No llegará en cien testamentos quien le tosa al señor Nohagonipodio. Pues es el, con su palo y su zanahoria, el único que puede darnos de comer. Quien evitó nuestro aniquilamiento. El que al menos logró que se nos llamara pupas o patéticos, en vez de cadáveres.

Si no os lo creeis, consultad la sección “Historia”, en la guía espiritual de la web-SAD. ¡Ah!, ¿qué no hay sección de Historia...?. Mejor.

Mueran las viejas escrituras.

¡Viva el nuevo testamento!

N U N C A T O R R E N T I A N O S.

jueves, 2 de octubre de 2008

Pitando a Mariano

Pa que Mariano salga pitando. Que debe de ser la reencarnación de todos los males atléticos habidos y por haber. Malo, como la carne del pescuezo. El leiv motiv de nuestra ruina deportiva. El diablo vestido de zurdo. Y en cuanto la vuelva a tocar, le pongo los oídos como gramolas. Me va a oir él, y todo el Estadio. Que conste en los anales colchoneros: yo fui el que pité a Mariano. Que los trozos de souvenir que queden del Sagrado, se impregnen con mi silbido. Se lo contaré a mis hijos, a mis nietos y a la portera, metidos en faena. Mi última música de viento sobre las gradas de la Ribera del Manzanares, la administré para el “3” proscrito. Aunque tengo un relicario en forma de medallas con los Musampas y Novos de postín. Que no se diga que no cumplí con mi papel...

Mis silbidos son míos, y sé muy bien manejarlos. Son mi arma arrojadiza. La manera más clara y directa de lograr que la cosa cambie. Con ellos, y las muletas del resto de espectadores que han detectado como yo al anticristo, lograremos que se nos haga caso. Podemos utilizarlos para botar a Musampas o a Bianchis. Me hacen grande, porque siento que con su estruendo retumbando sobre los Graderíos, se me hace caso. Que no soy un cero a la izquierda, ni un número de abonado, una entrada más. Ni un despeinao hijoputa que mete los goles con los cuernos. Ná de eso. Soy el masca. Intervengo en el devenir del Club, voz mediante, detecto y pongo en solfa a todos aquellos que no dan la talla. Prueba a silbarle tú también, tío. El silbido, te hace grande hasta decir basta. Con él, hemos logrado botar a decenas de guerreros y capitanes que no merecían enfundarse esta Camiseta. Este banquillo.

Pero, cuidado, tron. Esta facultad divina de chiflar, no es orégano ni monte. Sirve para botar solo a mindundis. A soldados rasos. A zapadores del tres al cuarto. Si pretendes siquiera dirigirlo hacia otras zonas más ¿nobles?, caerás fulminado cual bicho raro. O peor aún, te convertirás en ciervo. En venao. Incluso, en piedra. El silbido, es un arte milenario, de efectos devastadores, cuyo secreto radica en unos cuantos elegidos. Los que saben qué hacer con él.

Sí, fui yo. El tío que silbó a Mariano. Meses antes de que entraran las excavadoras.

Mañana, cuando os percatéis, podreis darme las gracias en olor de multitudes por haberos librado del mal atlético. Los veo a la legua. Ellos son la causa de la travesía por el desierto. Ya veréis como no volverán en cuanto se acabe el nuevo campo.

Entonces, os seguiré comentando la razón de por qué no ganábamos nada. En cuanto se junte la constelación de Orion con la de Cruz Verde... Y pongais el dinero pa ver la función, gorrones.

Que sois unos gorrones. Que vivís gracias al empresario que pone el dinero.

Y os han dao el arte del silbido por error.

¿S I E M P R E S O D O M I Z A D O S?

miércoles, 1 de octubre de 2008

No la toques más, Sam

No vaya a ser que acudamos al baile pa oir la jodida cancioncilla, en vez de ligarnos a la chica. Que es de lo que se trata. Pues dicen que los amores difíciles, casi imposibles, son los que mejor saben. Y eso que la tuvimos en salto de cama, allá por las épocas de los ye-yes, que fue una moda mucho antes que un equipo de Fútbol. ¡Joder, Luis, la tenías tan agarrá de la cinturita...!. ¿A que sí, maestro?. ¿A que un baile es pa ir a ligar, y ligar, y luego ligar...?. El que se planta agilipollao a escuchar la orquesta, no pilla cacho. Se queda a dos velas. Absorto en la parafernalia, mientras el chulo de turno se pica a la damisela en mitá del abobao jerón. Y luego, vienen los tocamientos en singular bajo las sabanillas. Con la mirada perdida en la postal del Picadilly, mientras pregunta el muy necio, a la bola de cristal, ¿qué hacen ahora en Roma?.

Hoy, hay baile. Del guapo. Del de gala. Al que hay que asistir con chaqué y sombrero de copa. De Europa. Y es en la plaza del Pueblo. Donde te encuentras las mismas personas, pero con otras caras. Idéntico aire, pero con distinto aroma. Se huele a la legua. Traspasa Pirámides, marqués de Vadillo y el paseo Imperial. Va enganchao en el perlán de las camisetas. En el eau de sobàc que impregna las bufandas. Sale despedido de un corazón a otro, y por todos encuentra fonda y arreo. Los salta como nenúfares con hojas de ilusión, y flor de un día. Hará las aguas del Gran Meandro más cristalinas, más brillantes. Los patos, irán vestidos de cisnes, con múltiples Rayas colorás recorriendo sus plumajes. Y se mirarán a cualquier espejo teñido en azul, que da el cierre y linde a aquella única Plaza, donde el pueblo del Atleti gusta de acudir a echar unas, de un tiempo a esta parte, insólitas piezas. Por no largar a otros piezas.

No la toques más, Sam. Una vez, y basta. Al turrón. Que ha venío La Cañón a bailar a casita. Tras una oncena de tacos, por los que se nos han ido veteranos y cachorros a espuertas, cada uno cogiendo uno de los mil desagües que los arquitectos mayores del reino se han dejao abiertos. Aún así, se llenará la Plaza. Hastarribita. Aguardando expectante a que don tontolete eche el pregón, pa saber que tenemos que hacer hoy, y se tire el chupinazo al cielo del Madrí de calle. Con el consentimiento de la autoridad incompetente, faltaría más. Y es entonces, cuando abre la orquesta, asombrosamente sin el más insultante que manido “ojo del tigre”. Al compás de sus cuerdas, timbales y metales, suena “Zadok, el sacerdote”. Coño, que han venío violines hasta de la parte alta del Danubio pa poder hacerle el caldo al Haendel. Los zagales, se alborozan. Los adolescentes, se dan de codazos. Los jóvenes, miran las pantorrillas de las mozas en cabellos. Los adultos, recuerdan algo. Los mayores, recuerdan bastante. Y los más ancianos, toman asiento bajo la morera. Con la atención y la indiferencia que le producen haber contemplao alguno que otro baile de estos ya. Y ponen los ojos en la moza. Aquella sobre la que se arremolinan una nutrida cuadrilla de cortesanos. Venidos de todos los confines de la zona euro y la otra. Con sus trajes de toque italiano, o sus smoquins de corte inglés-inglés. Sus bombines de las alemanias ya federales, o sus enormes sombreros anti-osamenta made in valdebebas. ¡Y vaya si se bebe!. Hasta elagualoscharcos. Ju-ju, ja-ja. Fiex.

Y los viejetes, desde el poyo de la morera, sin quitar vista a la gachí. No se la vayan a llevar los forasteros. Mientras los de aquí se quedan como atontaos con la musiquilla esa de encantador de serpientes. Y nosotros, los del Atleti digno, no hemos llegao hasta aquí con tanta broza en los calcos pa quedarnos a escuchar la cancioncita de los cojones, y santaspascuas.

Eso, no es de ligones.

Así que fíes, sin perder el ojo de la sisa de la moza. De las orejas.

Y si no, que nos hubieran parío pequeños.

S I E M P R E A T L E T I.-