De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

jueves, 27 de noviembre de 2008

El espía que vino del frío

El tipo aparcó de sobrao. Tenía sitio pa dar y tomar. Inaudito. El Orihuela había puesto más trabas en estas cosas de dejar la burra en el arcén.” ¿Champions?... Venga, coño, esto es un puto desierto...”. Pensaba entretanto se ajustaba el jersey de repuesto. El gorro. Los guantes... Cuando chapó la puerta, y accionó el cierre automático del vehículo, se dio cuenta de que ese frío, en realidá, le había trincao un poco a traición. “Ya veremos cuando vea a mi coleguita el Palazuelos, si te pones tan farruco...”. En esas, se descolgó por el mismo paisaje que de costumbre. Na más que sin árboles que crecían en metalizao sobre las cunetas. Ni pajarillos que salían de ellos, en vivos colores. Con el silencio por montera. A hora y poco del partido. Por no haber, no había ni gorrillas. “Otros que se ciscarán en la genealogía de Lauefa esa...”. Antes de enfilar la cuesta, el caminante escucha los primeros cánticos. Vienen claros y diáfanos, amplificaos por el efecto altavoz del túnel. “Ya han llegao los jugadores”.

El Puensanisidro,le impacta cruzarlo. Por su vano, levantao sobre el Río, siente, pero no ve. Las luces iluminan potentes, sesgadas, el interior del Estadio que se deja asomar a través del cortao norte. Con su retahíla de asientos vacíos. La mayoría sucios, pues son aposento de gentes de bocata y bota. El Estadio luce igual. A la vista. Pero tiene el corazón rasgao, pues conoce de antemano que hoy no jugará con sus niños en el regazo. Esas sensaciones, flotan en el aire que circunda el Manzanares. Y solo pueden olerlas, gustarlas, verlas y palparlas, aquellos que son del Atleti. Igual que el personaje que ha doblao hacia el Paseo de los Melancólicos, como colofón a toda esta pena que inunda el ambiente. Allí, si que hace frío. Nos quedamos helaos. Nos dejaron helaos. O eso pretendían.

Hay algún puestecillo, dos o tres, que aguantan el tirón. El hincha piensa que deberán de haberse montao pa algún eventual souvenir de los uefos, o los 300 tulipanes esos que dicen estuvieron en el entrenamiento. Los que allí habrían de acudir, ya estaban servíos de material de combate. No necesitaban de más parafernalia. Acaso, una bufandita de coleccionista, que rezaba algo así como “que le den a platiní”. Cuyo punto y grafía comprobaría in situ el peregrino, una vez dentro del bareto, cuando un colega se la mostraba extendida. Entre unos minis de zumo de cebada. Que dan pie a desenfundar la cajetilla de tabaco, arma de destrucción masiva que aquél hincha porta. No pa ver a su Equipo, que no le dejan. Simplemente pa dar unas voces, por si adentro son capaces de oirlas, unidas a las de una camarilla de Osos. Polares. Que no se han traído el madroño a cuestas porque con él no se puede bufandear en condiciones. Pero llevan las estrellas sobre la cabeza. Polvo de estrellas Y se les nota al andar, como demonios que van arrastrando su aura a través de las aceras que circundan SU Estadio. Mientras las farolas contemplan impávidas, impresionás, aquél humilde pero glorioso ajetreo de seres de fábula. Los no-clientes, se mueven entre el Fútbol como peces en el agua. Y si es del Manzanares...

Cánticos. Silencios. Cánticos. Cánticos. ¡Uyssss...!. Mecagüen. Silencios. Cánticos. ¡¡¡Goooooooool...!!!. Himno. Abrazos. Ti-tiririti-ti-ti-ti-títirí... La congregación del Oso polar, está en la calle. Los de adentro, lo sienten. Y es un Oso que lo mismo puede ser polar que de verano. Ni va por modas, ni tié fecha de caducidá. Son eternos.

“Hasta otras, Osos”. Parte y razón del Escudo. Por la sombra, marcha el hincha. Hinchado de un orgullo, que no encuentra fisuras pa escaparse de su atlético cuerpo. Aunque sea un tirillas. Vuelve a por su burra, dejá en el arcén. Y mientras retoma el Paseo de los Masalcólicos detrás, donde se montó el pollo, resuena un cántico en do sostenido. “cerezo, cabrón, fuera del Calderón”. Ganando. Que es lo que dignifica a las verdades del barquero.

Así, el espía que vino del frío, se retiró de la escena. Pensando que aquél misterio, no podría resolverlo John Lecarré. Porque no era del Atleti.

S I E M P R E H I N C H A S.-

lunes, 24 de noviembre de 2008

Un, dos, tres... ¡catorce!

Vaya. Parece que la moda en la temporada 08/09 va a dictar que se lleven los penales de descuento a esta orilla del Manzanares. En este desfile de escuadras, cada uno escoge a su modista y, el Atleti se encuentra en la diatriba de agenciarse a mr. Cuatro, o a Feliciddade & Osttión. Las sucursales sitas en Gelsenkirchen, Málaga, Huelva o La Coruña, tiran por el primer sastre. Las de Castellana, Liverpool o Soria, por los segundos. De momento, ganan aún enteros los del Cuatro. Quizás acostaos en las primeras votaciones al inicio de temporada, cuando la nueva ola hacía furor intramuros del Calderón. A día de hoy, el escote palabra de honor que no me dejo remontar, y la sisa con dobladillo a lo árbitro cabroncete, por los que abogan los de la & en medio, están causando furor...

Y, como conocemos a gran parte de la prensa que cubre estos eventos, flash en ristre, la pose te la marcarán ellos. Pues la ventura de la fea, la bonita la desea. Solo en el refranero. Así es que, es entre probable y cierto que en la actualidá más reciente se nos trate como Feliciddade & Ostión, que como fanáticos del Cuatro. Va a juego con los zapatos estrechos que llevamos soportando casi cuarto siglo. Aprietan tanto, que hacen pupa. Y yo creo que es por los putos calcos que le han colocao a la dama. No porque ella no tenga talle, porte y caminar digno. Pero vamos, que podemos mirar a otro lao. Al siempre interesante canalillo. A los muslámenes. A los ojos... No, ahí no, que se reflejan demasiás cosas...

Pue ná. A digerir nuevo sambenito cuadrante p'al bodi. A echar la culpa a los fenómenos paranormales abstractos. A los adjetivos por inducción. A las tradiciones lapidarias que se abrieron cual caja de Pandora hace algún tiempo, y que tan bien sirve a los fenómenos supra-normales pa salir del paso. Porque los normales, ya fueron estigmatizados. Como aquél Bianchi, tipo raro-raro que solía palmar en los finales de partido. O aquél Murcia, que tenía pinta de gañancete trepa. O ese otro Ferrando, de rostro agriao y que no valía tampoco. Cómo no valía el profe Manzano, con su gracejo salao, y poco más. O ese Luis Aragonés, que ya chocheaba. O... Jodo con la lista. Se asemeja a aquella que elaborun incompetente monarca, en la que iba poniendo a distintos tenientes por cada guerra. Y a cada oficial que ponía, un fracaso le sucedía. Entonces, sin largueros, tirachinas, ni primeros toques, ni marcas, ni ases, no costó al pueblo más que media docena de tenientes pa saber quien era la cizaña entre el trigo.

Al final, el pederasta (reservemos los penes en activos XXL para su “curiosidá”) va a tener razón: la culpa es de los padres, que las visten como putas.

Chitón, Que el pase ha comenzao. Suenan los U2. Salñen disfrazaos de tenientes. Menos Bono, que hace de plaiboi con un modelo gris apropiación indebida, de la firma “Conejero y Delgado”. Trinca el micrófono con pasión, y grita: “Un, dos, tres ... ¡catorce!”

S I E M P R E I N Ú T I L.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Monta y cabe

Pudieron ser dos famosos personajes, coetáneos de Roberto Alcázar y Pedrín. Del Capitán Trueno y Fideus. Incluso, de aquellos dos célebres amantes, que murieron de puro amor a los pies de la estatua de Calvo Sotelo. Mateo y Nuria, que decía el vendedor de helados de mi barrio que se llamaban... A la sazón, les dieron el nombre de una calle que nacía en la Plaza de Castilla. Esa, de la que salen chavales que se ponen firmes los cuerpos y húmedos los lacrimales a igual parte si le tocan el Himno del Atleti o el de España.

Esos zagales, eran los que entonces se servían de los pasos para jugarse el primer turno. “Pido a fulanito”, que solía ser el masca de la tropa. El jugón, que dicen ahora por los montes. La gloria, tío, de llevarse p’al zurrón del equipo A a míster T. Porque, como en la misma vida, siempre había uno que chanaba más. Que la burlaba de cine. El Kaká de la play. Ese, era el objeto inicial de los dos mendas que, cual duelo, se separaban poniendo media docena de metros entre ellos. Se miraban de frente. Se mojaban los labios de un rápido lengüetazo, y se entregaban al casino de los pasos. De la resolución final, dependía nada más y nada menos que la honra del grupo. Escoger a los mejores.

“Sales tú”.

“Venga, va”

Un paso. Indio.

Otro paso, del que había enfrente. Vikingo.

Una zancada más. Sufridor.

Seguida de la del otro. Paleto.

Tercera vez que echa el 30 y tantos adelante. Payaso.

Y otro tres con otro treinta raspao. Gilipoyas.

Allá va la tao derecha. Mecagüentuestampa.

Continuada con una “la perdiz” izquierda. Yyoentusmuertos.

La puntera de goma se marca un quinto. Yoenlostuyos.

Como cinco pasos lleva el otro. Tearrancolacabezaunahostia.

El sexto, pone las falanges cerca. Mecomestólogordo.

Muy cerca. Págordo,elculotuvieja.

Ya no se sabe si entre un pie. Quegritacomounaperra.

No, no entra. Monta y Cabe.

...

Los chavales se enganchan de las pecheras. Se miden con la mirada durante segundos. Los justos para decidir si amagan o sacuden. Si juegan al contragolpe, o al ataque. Se ha liao. De momento, solo se pondrán la cara como un pan candeal. El hilillo de sangre, o el “me rindo” en el suelo, trincao por el cuello, parará la pelea. El gallo, cantará en corral ajeno o propio durante un tiempo. El suficiente para que la gallina, si no se tiene como tal, vuelva a la carga. Mañana, pasao o al otro.

Entonces, será distinto. Conocerá que los bates tienen más y mejor empleo fuera del beisbol. Que el bardeo, es una gilipoyez llevarlo pa mondar la fruta. Que existen pipas que no se pelan. Que las hostias del street fighter, pueden salir de las 19 pulgadas. Que la parte que más interesa de los móviles, son la cámara. Contra más segundos, mejor. A más violencia, más chachi queda en el youtube.

Contar los pasos. Hay rayas, que no se ven. No sale un tío con un cartel, a lo pressing catch a marcarlas. La violencia, es una dama muy parecida a la droga. Nunca tiene fin.

Un buen cerebro necesita que pase mucho más tiempo para quedarse mustio, que unos buenos biceps. Y puede trabajar mejor la palabra; ese maravilloso don del que carecen los animales.

Padre, yo confieso. Que me ha servío más en esta vida el cerebelo que los puños. Aunque tampoco he sido de los suyos. De los de la otra mejilla. Igual, es como dice usté: haz lo que digo, pero no lo que hago.

Hale, tras el sermón, una de recogida. Que tengo cena con un señor párroco. Y, ¿qué coño tiene esto que ver con el Fútbol?... Es que el cura, señores, es del Atleti hasta los tuétanos.

BOTAS SÍ, BATES NO.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Gaudeamus V

Cual premonición, el numeral que marcaba la sesión de este foro de atléticos para atléticos y entre atléticos, acabó contagiándose horas después sobre el electrónico del antiguo Estadio del Manzanares. El cobertizo, también acompañaba: hotel Rafael Pirámides. Al suroeste de un monolito abrazado por una rotonda, atravesada de parte a parte por el Paseo de las Acacias. Allá donde se cruzan los caminos, tintados en sus cunetas con extrañas pinturas azules. O verdes. Repletas de 90, 110, 135, 150 ó 200 caballos. Todos bajo cáscaras de fibra matriculadas. De donde queda el transporte, al lugar de los hechos, queda un trecho que puede recorrerse en cigarro y medio, más o menos. La mañana es agradecida, y viene con una mezcla de sol y aire serrano que obliga a gafitas tintadas y pelliza. Madrid, aún duerme la resaca. Se puede comprobar en la edad avanzada de los escasos transeúntes, y en la facilidad de sortear pasos de cebra. El último, da entrada a la solana del propio hotel.

Consumimos el siguiente ritual, entre saludos casi todos efusivos, y otro pitillo marca Cháchara. Que no es tabaco exclusivo para féminas, por mucho que se anuncie así. Y, entre el humo que va disipando la brisa colmenareña, algunas almas viejas o nuevas, se entremezclan al flujo de la misma sangre. La hay vieja. Madura. Joven... Toda ella circula alrededor de la entradita del hotel, por medio de corrientes que el hombre aún no está capacitado para ver. Pero sí para sentir. Y, cada apretón de manos, significa una inadvertida transfusión, de modo que el plasma Rojiblanco acaba inundando aquél reducido espacio. Cual prólogo. Algunos giros rápidos del calzado sobre la acera, destrozando el rescoldo del penúltimo cigarro, advierten del banderazo en el simposio. Apuremos el tiempo, que ya nos metemos dentro. Por nuestro propio pie. Nótese la variación sobre el texto original de los míticos Asfalto.

Se pasa acompañao de dos compañeros de colchonero.com. Dos memorias, que se conocen ya desde hace años. Y que simpáticamente se saludaban de fondo a fondo, cada vez que un 11 que no usaba pelaje gualda, pero se apellidaba Rubio, profanaba la meta adversaria. Una vez en la sala, tomamos asiento juntos. Alrededor, siguen pululando rostros conocidos de la llamada “infantería”. Entre ellos, también figuran ilustres. No se han dejao el hombro ni la cadera por el Atleti, pero sí el alma. También. Son los no filmados. Que se sientan a unos metros escasos de los señores Rico y Alonso. Que así, tan de cerca, en camisa a cuadros y con alguna cana de por medio, parecen seres de carne y hueso. Del mismo modo que lo fueron esos Capón, Calleja, Arteche... Aquella pléyade de jugadores que aún conservan la mundanidad de apretarse unas cañas o un plato de lentejas entre sus aficionados. Pues ellos, de hecho, nunca dejaron de serlo. En esos Gaudeamus de Dios, también suceden estas magias...

Nada más tomar asiento, Cecilio Alonso gasta unos segundos en examinar el lienzo que le queda a su siniestra mano. “Le gusta la pintura”, pienso para siempre los adentros, pues hacerlo de otro modo sería conversar. Presenta el acto un compañero que siempre me pareció “lejano”, hasta que me desveló su alias a la salida. A su diestro brazo, Lorenzo Rico se adecenta el mentón con unas suaves pasadas. Allá van. El telón de acero de la extinta sección de Balonmano, cae a golpe de palabra. De Sentimiento.

Lo que allí se habló, queda para la intimidad. De fijo que se hallará en otras crónicas mejor enlazadas que la que aquí pueda parir. Los que me conocen, saben que no soy mucho de “cimas”, sino de “rutas”. Y que más vale subir cumbre que describirla. Supone un camino iniciático propio, que nadie puede hacer por otro. Acaso, esbozar los inicios de la senda, por si alguien más deseara tomarla. Y así, que estos maravillosos actos denominados “gaudeamus”, por y para el Atleti, acaben llenando pabellones, en vez de salones. Y que disfrutáramos por miles, en lugar de por docenas.

Al punto y aparte, le sigue ese cigarrillo a las afueras. Donde se vuelve a la gratificante tarea de conocer y saludar a otros atléticos que se nos habían pasao por alto en el pitillo del prólogo. A poner la oreja a tantas y tantas historietas de calá en calá, que vas digiriendo entre señores con los que el directo de los años pasaos se te arrima como el cuerno al torero. Los hay, que te hacen sentir hasta el aire del asta. El resoplar de la bestia. Los “uys” del público adyacente... Venga, vamos a comer a un restaurante cercano, Acacias abajo. Y allí proseguimos con nuestro particular “gaudeamus”. Desde el que, modestamente, aconsejo tomar asiento lo más a la verita que puedas de los señores Bernardo. Ildefonso. O Nemesio. Aunque acabes regao de vino por el énfasis de la conversación. La mancha en la ropa se quita; en la memoria, no.

Me río yo de las cámaras hipobáricas esas. Respirar Rojiblanco, no está a la orden del día. Ni a la altura de cualquiera. Y no sé si te hará más longevo... Lo que sí es seguro, es que vivirás mejor. El Atleti. El Club.

S I E M P R E A P R E N D I E N D O.-

jueves, 13 de noviembre de 2008

El dr. Pretérito y mr. Futuro

Dos seres conviviendo en el mismo cuerpo. Noche y día. Blanco y negro. Un Asimov que se lanza voraz hacia un condicional que sólo él ve. “Esto, será así, porque el oráculo de Raticulín predijo que a la sexta lluvia después del bisiesto, y una vez fichado Pluto...”. Ninguna base, ninguna predicción científica, solo la componente pasional. Seremos los mejores, porque de hecho lo somos. En cierto modo, es una parte importante e irrenunciable del juego. Numeralmente, conforman la mayoría-mayor de la afición.

Por otro lado, los Sánchez Albornoz. Los que gustan de indagar en las raíces y buscan razonamientos a una historia. Los que creen, o llegan al convencimiento de que no hay jardines del edén que crezcan bajo los cascos del caballo de Atila. En cifra oficiosa, 14 mindundis.

El prototipo asimov, es un progresista mental. El pasado, no importa demasiado. Vive bajo el convencimiento de un Eldorado a la vuelta de la esquina. De un San Quintín, o unas Navas de Tolosa por ciencia infusa. Es posible que hasta llegue a pensar que cualquier sargentucho, o comendador de bajos vuelos, es capaz de llevar a una prole de harapientos a la gran batalla final, y ganarla, sólo por ir tocado con la Zamarra. Cree en la Liga de salida, quizás aunque sólo sea por índice de probabilidades sin agotar, o por parecer tan pesaos con el tema que al final, de madura...

El molde de albornoces, sale de retrógrados cerebrales. El pasado, es la base sobre la que seguir caminando. Soporta un Trafalgar tras otro a sus espaldas, y no le echa la culpa a la Pérfida Albión. Más bien a sus dirigentes. Aquellos que pensaron mayormente en fiestas, festines y opulencia bajo los botines de ultramar de los galeones que le llegaban a manos llenas a Sevilla. De Cádiz. Los que esquilmaron la plata para no atender luego ni a sus gentes, ni a sus navíos de guerra. Y se recorrieron después media España en busca de labradores y desharrapados por levas, pues se habían cargao la cultura marinera. A los propios hijos de la mar. Para más inri, quisieron ganar el órdago con 2 cuatros. De bastos.

Los buenos soldados, y los buenos tiempos, se forjaron sobre dirigentes capaces y competentes. Entonces, se ganaban guerras, no sólo batallas. El tercio español, no era cojonudo porque la espada se la forjaran en Toledo. Que también. Era temible, porque le mantenían una exigencia, labrada sobre una tradición. Una soldada por objetivos, a proporción sobre la rapiña del adversario. Con unos capitanes tan leales como duros. Y unos reyes ambiciosos y austeros (aunque acabaran saliendo rana). Y lo formaban también guiris. Que habían de aceptar esta linde.

Cuando todo eso fue cayendo en el olvido, la espada que se seguía templando en el Zocodover, era la misma. Pero, dejó de ganar guerras. Hasta batallas...

Asimov, el futurista, tiene su punto. Es necesario. No se debe de abandonar nunca el alma, la ilusión, pues mataría el cuerpo. Significa la entrega a los Colores mediante la voz. Ahora, que Sánchez Albornoz, el historiador, no se aleje nunca de la mente. Para saber lo que fuimos y la exigencia y respeto que debemos mantener. Representa la entrega al Club, desde el raciocinio.

A este atlético no le es posible, ni quiere, separar el cerebro del corazón cada vez que marcha al Fútbol. A su Atleti. A nuestro Atleti. Irá con ambos cogidos de la mano.

Como dijo un viejo maestro escocés en el celuloide de aventuras a su huérfano sobrino:

“Primero, te enseñaré a usar esto (y se señaló el cráneo). Después, aprenderás a usar esto (y levantó una espada ropera de metro y medio).

Al final, consiste en hacer maduro y fuerte al Atleti. En exigir tanto como alentar.

Merece la pena.

S I E M P R E A T L E T I.-

lunes, 10 de noviembre de 2008

Minusculandia

Es un país donde todo es pequeño, ya. Los jugadores que llegan, se hacen más diminutos, conformen pasan los días en aquél espacio. Vienen con sus dos metros de altura, de pecho henchido, para acabar encanijaos, vulgares, hastiados de que se le vean durante tiempo la cabeza. Eso, los que no entran ya como enanos...

Los entrenadores, vienen de serie pequeñitos. Se les pasa por una tabla de medidas similar a las que colocan en los parques de atracciones, pero esta vez pa descartar a los que la sobrepasen. Si se cuela alguno, adentro lo dan tropecientas vueltas de montaña rusa y, que quede desconcertao o sea carne de leones. A los preparadores que quieren crecer, les endiñan un equipillo; y a los que se conforman en vivir menguaos, un equipazo.

Los amorraos a la Cantera, tamaño Torrebruno (DEP). Pero mucho menos entrañables. Acaso, extrañables. De que vengan de la Vasconia pa examinar el ADN del Manzanares. Casi, casi como en 1903.... Empero, como la chiquillería al servicio del balón es ardua tarea, se necesita un buen chute de tiempo pa la germinación. Tiempo indefinido, como pasa el tiempo en Minusculandia. Lo mismo pueden ser 8 que 80. Años, desde luego. La paciencia, junto con las tragaderas, es la gran virtud de los minisculandios.

Los directores deportivos, foráneos también, en sus últimas versiones. Y pequeños, por todo el santoral. Con proclamas microscópicas, que hablen de sorpresas por tener habitantes altos; o que zutanito, que va pa pívot, será imposible de mantener entre este reino de liliputienses. Después de oir los plácemes del que ha de llamar “presidente”, mientras algunos de los ciudadanos le denominan “cooperador”, respecto a que los pequeños debemos de estar orgullosos de vender nuestros altos a una gran nación...

Los presis. O, más bien, el presi. Que es apócope tanto de presi-dente como de presi-diario. Pues a diario tenemos los minusculandios que soportar su enanez mental. ¿O es por otras cuitas ese sobrenombre rozao...?. Da igual, aunque no lo dé, el pequeño que ocupa el sillón presidencial desde el que insulta a los pequeños habitantes de Minusculandia, vela porque no existan tipos que rebasen la media. Ni intenciones, válganos don Vicente... A los diminutos habitantes de este país de tapones, les pone más empatar con 10, que ganar ligas. Palabra de dios. Se desconoce si de motu propio o soplada al oído por el enanito de “yo soy del Atleti, ¿y qué?.

Los conejeros delegados. Minúsculísimos patriarcas que corren de madriguera en madriguera, mientras escuchan música clásica a través de 30 calles o calle 30. Pequeñitos, hasta decir basta. Tan pequeños, que pasan desapercibidos entre gaceteros, radiofonistas e incluso jueces. Trabajan en la sombra, como Darth Vader. Y de que “quiere dejar constancia de que los resultados deportivos, favorables o no, no nos desviarán de los objetivos marcados”. A bocajarro. Por si alguno se creía que los liliputienses habían desembarcao en el Atleti pa hacerlos crecer cuatro palmos. Pa’rriba.

Já.

Nosotros, los minusculados y empequeñecidos, ¿éramos así?. ¿O es que hemos caído en las garras de una banda de jíbaros?

N U N C A E N T R E G A D O S.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Una penal

Ese máximo castigo, fue una sanción a demasiadas cosas. Acompañao por un reguero de tarjetas en tiempo record. Como al tipo que le meten palillos ardiendo entre las uñas, mientras le dan garrote vil. Pero vil, vil. Sí, en ese penalti iban demasiados brazos en cruz, con una enciclopedia en cada uno.

Un librito, cortesía de un ex_jugador, que pretende acabar su vida deportiva en busca de otro “ex”. Ex_señor. Que es el único título, sin el "ex", que te puedes llevar al Campo los callaos, cuando te vengan a cerrar los ojos seres que no controlamos. Ex_señor, es orgulloso y se ratifica en la sanción. Estaría de cacahuete y voltereta que su nombre se ligara a la primera marcha atrás que recuerde de la UEFA en los menesteres de los castigos. Que el honor, y el buen apellido, ha de fundamentarse más en estas cuitas, que en la misma honra. De honradez. O vergüenza torera, que se dice por otros burladeros. Donde el burlarse, sale más caro que cuatro cartitas y dos gritos de espaldas. Bastante más caro. Allí, a los injustos, se les trata con su misma vara. Cuando vara se refiere exclusivamente a la acepción que explica nuestra histórica y apreciada RAE.

Otro librito, de la afamada caballerosidad inglesa. El penalti, ni se lo hicieron, ni lo tiró Fowler, alias “Levanta-cal”. Tampoco hubo bombín ni peluco de cadena. Eso sí, fue lanzao con puntualidad británica: a un minuto de que les pasara el tren de las Caras-de-gilipoyas. El tiempo justo pa que subieran a él otros cientos de miles de pasajeros. Aleccionaos en el racismo o el rancismo, no se sabe muy bien, pero acabados en “ismo”. De catecismo. De Atleticismo. De los que las banderillas y el tercio de espás deben dolerles menos, pues son toros en vez de toreros. eso dicen. Jo, jo.

Un librito más, el de la leyenda. El del mito. Que ya tiene pelotas que apenas tres centenas de aguerridos, sin comulgar precisamente con aguirres (o sí), sean capaces de hacer que la comunicación entre The Kop, sea por señas. Cuales mimos. Como en las discos. Ante tan alta música. Tan legendario Himno. La veda, está abierta. Es posible cantar la na-na más alta que la madre en la misma cuna del Fútbol. Razón: genitales y ovarios de la Ribera del Manzanares. Anatema. Excomunión.

El último librito, viene desde “la familia”. Más casero que las ratas de cocina. Se lleva cocinando casi una docena de años. Y consiste en una carta donde el plato del Atleti, lleva años sin aparecer. Cercenando que este Club único, con coral celestial incluída, pueda pasearse temporada sí y año también por estos teatros de Dios. Con las fronteras en los Urales. Y que los soldados se sientan soldados, no por salir a hombros en una escaramuza de uvas a peras. Si no por ganar guerras y estar en casi todas las batallas. Sin sentirse orgullosos de haber vendido su estrella a un gran Club. Y sin que se les instale en ese corazón Rayao, que esto ha de ser así porque un día Tamariz transformó a la princesa en rana.

Sin que nadie quiera, pueda ni sepa, darle ese beso añorado.

Que permitiera que muchos niños se acercaran a Él.

S I E M P R E Ú N I C O S.-

lunes, 3 de noviembre de 2008

La Felicísima Armada

Que no nos tanguen. Ese, o la “Gran Armada”, era en realidad el nombre que se le dió a la nube de galeones y otras naos que partieron de Lisboa, con la misión de invadir la Yngalaterra. Un mar de velas sobre un Océano de agua, que después los britis denominarían “Invencible”, jactándose de que la misma mar, y el pusilánime que fué puesto a su mando, impidieran que nos echaramos unos fandangos sobre el puente del Támesis. O del Mersey, ya puestos. En parangón, es factible decir que aquellos elementos contra los que dijo Felipe II no conocer que enviaba sus naves, pudieran ser ese gol que no entra, ese manía repetitiva de atizar al poste, o ese portero contrario que ha cenao pulpo antes de enfrentarse a nuestras huestes. La pura mala suerte, que dicen, hecha oleaje, tempestad y tifón. Esa parte fracasada del plan, es de sobra conocida por la concurrencia, y así se admitió que la Gran o Felicísima Armada, sucumbió más por las inclemencias que por los cañones en aquél tiempo sin OTANs, enemigos.

Pero, como todas las historias, tienden a simplificarse. Es cierto que la flota se acabó desmenuzando y dispersa, fué batida o encallada por las costas de Escocia e Irlanda. Donde sus nativos recibieron a puñal y horca a los naúfragos de la Real Armada. No, desde luego que aquello no era Bambi. Y las meteduras de gamba solían salir mucho más caras que con un simple gol en contra. O una goleada.

Sin embargo, hasta que aquellos marinos fueran degollados a granel, e incluso antes de que sus bajeles perdieran brújula y sentido, se sucedieron una serie de capítulos principales. En primera instancia, el fallecimiento del designado para afrontar tamaña empresa pues, desde la Roma Imperial, nadie había hollado aquellas tierras si no hubiese sido con permiso del anfitrión. Y en ese menester y a la sazón, que dirían aquellos antiguos, para tal el empeño había sido señalado, directamente desde la Silla de El Escorial, don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz. Almirante del que ya sabía la morería, en aquellas collejas que se repartieron por Lepanto. Terror y pavor a partes iguales en el enemigo. Y al que la muerte sorprendió en la misma Lisboa, mientras diseñaba la algarabía de velas, víveres, artillería y marinería de la Gran Armada... Y a un servidor que estos tío tan grandes le recuerdan la figura de otros presidentes del Atleti...

Su lugar fue ocupado por el duque de Medina Sidonia. Una bacalá de cuidao, un nobletón de fies y cazo en las rentas. Un marino de tierra-tierra, que trincaba por títulos y diezmos, pero que la mar la había visto poco menos que cuando se la mostraban los pintores de corte. Tan mal debió de ver el asunto, que escribió de su puño y letra una misiva a su designante, Felipe II, señalandole las carencias y faltas que mostraba para el desarrollo de tan capital proyecto. Que si quieres arroz, Catalina. Tú te embarcas, por la gloria de mi padre. Que na más y ná menos, es Carlos I. Al agua patos, pues.

Ale, a morir por Dios. El Dios de nuestra parte, claro. Y casi 140 naos partieron de la barra de Lisboa, para ganar con algunos contratiempos el Canal de La Mancha. Donde los faros costeros se desgañitaban en hacer alumbraos, en tanto se dice que sir Drake acababa una partida de bolos sobre el suelo antes de derrotar a los españoles. Aunque esto de la traducción post-artúrica tiene sus erratas, y los hay que sostienen que en realidad quiso decir que se la habían caído las bolas al suelo na más contemplar a la Gran Armada aproximarse. Sea como fuere, a la flota guiri se le había pillao haciendo siesta en el puerto de Plymouth. Con el viento en contra (lo que los entendidos denominan “sotavento”) que impedía su salida y maniobrabilidad, pues por entonces los buques eran esclavos del aire y de sus velas. Y enfrente, los galeones del de Medina Sidonia. Con sus subordinaos comiendole la oreja pa trincar el barlovento (viento a favor que facilita la iniciativa en el ataque y la maniobra) y lanzarse como posesos sobre puerto y embarcaciones. “Si les aniquilas los barquitos que defienden el Canal, puedes regresar a ritmo de paseo a Flandes, y recoger a todos los Tercios pa pasarlos al mismo ritmo de paseo hasta el mismísimo London”. Si dejas sin dientes al perro, el jardín es tuyo. Puies ná. Que al señorito no se le pone de los atributos. Y se acojona. Y dice que rumbo a Amberes... ¡Cagüen-el-copón-divino!. ¡Si así se las ponían a Felipe II, señor!. Sí, a Felipe II, pero a mí no. Quite, quite, que igual me arañan el empolvao, se dice que cuentan que comentó, poniendo la cara sobre la esquina... Del mamparo de proa del navío apropiao debidamente.

Que, ¿qué tiene que ver esto con el Atleti?. Joder, tenemos un potencial de cojones, gestionao por un incompetente, y aún así queremos echarnos un chotis con terminación en mitá del Mersey. A mí, es que me cuadra tó...

¡Vivan los tercios!.

Hasta los de Mahou.

S I E M P R E A T L E T I.-