De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

martes, 2 de diciembre de 2008

"Miré los muros de la patria mía..."

DE CÓMO DON FULANO SE APROPIÓ INDEBIDAMENTE DE UNA NACIÓN, Y DE LO QUE ACONTECIÓ CON ÉL

Despertóse allá mediada la noche, sacudiéndose las pajas de la boca y las ratas de los pies. Por la puntera de su siniestra bota, uno de los roedores habíale entrado hasta las falanges, y mordido con saña tal el que en otros cuerpos fuere dedo gordo, y en él flaco, que sacóle a empellones y alaridos del camastro. Los recuerdos, esos felones, habíanle vuelto a atrapar a la altura de los cabellos, y entre el despeinado, halló la guisa de colarse en su siesta como si de un sueño se tratare. Y a don Eulogio de Calderón y Manzanares, hidalgo de España por la gracia del Señor, caballero profeso de la Orden del Metropolitano, y primer espada en cualesquiera guerras con infiel o enemigo a sus santos Colores, íbasele el alma a la altura de sus raídas calzas cada vez que el sueño osaba cogerle la consciencia. Pues, tratábanse de cuando todas aquestas cuitas, para tanto profano harto banales, refulgían cual lucero del alba a plena luz. Voto a Neptuno, que no tratábase de la luz con más laureles ni mayores dineros; empero sí que tratábase de la que más lucía. Con todas sus hieles, vinos y rosas. Que bien sabe Dios que los había... Aquestos sueños que digo, dábanle placidez al hidalgo, pues sólo en sus sueños su alma hallaba consuelo. ¡Qué batallas las de entonces!. ¡Qué guerras a mandoble, finura y coraje!. ¡Que de pendones enemigos se postraban a sus pies!. ¡Qué bienhallados y bienamados tercios paseaban sus blasones por tierras propias y ajenas!. ¡Con qué respeto eran mirados de un confín al otro!...

Ansí que, una vez escapado del sueño, despertábase madrugada tras madrugada, año tras año, a la realidad que ofrecíasele en la vida que agora hollaba. Echábase los suyos ojos hacia su jubón polvoriento y ajado. Su chambergo roído por las ratas, de la mesma razón que sus botas. La suya espada, mellada y carcomida por tanta roña como deshierro. Su pendón de guerra, en más descolorido que mugriento, haciendo esquina en uno de los recodos de la su casa en ruinas. En amenaza de derribo por real decreto. Las faltriqueras, otrora repleta de maravedíes y doblones, vanas cual talega de presidiario. Agora, sin un mendrugo de amasada harina que llevarse al gaznate, habría de salir, como lo llevare faciendo durante tantos años, a las sombras de la calle, do ha de mendigar el pan y la sal de la jornada.

¿Qué fue de aquellos reyes por los que hubiera jurado amor eterno y ciego sobre la cruz de su espada?. ¿En qué lugar de aquél mundo estarían los generales que ha algún tiempo hicieronle sentirle soldado?. ¿Qué mentecato cruzado con mastuerzo mantenía el gobierno, la horca y el azote de aquélla su amada patria?. ¿Qué soberano que se preciare seguiría faciendo contrata de sueldos y fama a tantos y tantos capitanes y guerreros que, como sus reyes, no llegaran ni a la suela de los borceguís de tamaña nación?. ¿Dónde estaban las turbas, los patriotas, que han de velar por los siglos de los siglos para que su país no fuere mancillado por gentes ajenas y carentes de sentir alguno?... ¿Habría, pues, de usar esa misma espada con la que tanta fama y gloria ayudó a medrar para su corona; rayada en Rojo y Blanco, con una miaja de Azul, para quitarse su propia vida?. O, lo que sea peor acaso, ¿habrá a la sazón que morir matando?.

Hidalgo. Viejo, altivo y curtido hidalgo. Duérmete en el placer simpar del sueño. Pues hete que, una vez despertado del mismo, las preguntas acabarán dándote a tu propio cuerpo muerte. Sal y almuerza. Que non te puedan poner el apellido de “violento”. Y que su lugar, sea menester ocupado por el de “mentecato”. Y, ante todos los pensamientos, no se olvide vuesa merced de animar. Que en la oración, hállase sin duda alguna la salvación.

Acuérdense voacedes de aquél tiempo en que se animaba a Rucio, para que cortara el viento como Rocinante.

“...Si un tiempo fuertes, ya desmoronados...”

S I E M P R E A T L E T I.-

2 comentarios:

miguel diaz dijo...

"Castilla miserable, ayer dominadora envuelta en sus andrajos, desprecia cuanto ignora"

Y así son los Campos del Calderón, tal cual, visionaba Antonio Machado los "Campos de Castilla".

un abrazo. miguel

cochise dijo...

Buena y real cita, aunque uno sea castellano y le cueste asimilarla.

Vaya otro abrazo, Miguel.