De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

martes, 11 de mayo de 2010

¡Aguanten los Tercios!

A los doze días del mes de mayo del año de Nuestro Señor de dos mill y diez.

Por la presente, elevo a su excelencia cumplida quenta de la batalla que ha de acontezer, ansí como estado de revista de las huestes a Vuesa Merced encomendadas que, a la voz de guerra de “¡Aúpa Atleti!”, allá por el ocaso habrán de batirse en contra de los ejércitos de la Pérfida Albión que, en singular formacion, se nos vienen compuestos de levas desde el mismo Londres; dícense oriundos de las cercanas al puente que dan en llamar aquestos pérfidos, Putney Bridge. Ponte del que, de seguras, tendrá oído el muy nórdico y ungulado de Ramón V, si permíteseme la licenzia.

Huelga mencionar que susodicha batalla, amén del prestigio y prestanza que para los exércitos de Su Majestad ha de conferir, supone a la sazón sacar a plaza que es de las Europas pendones y enseñas teñidas en Carmesí barrado en albino, como corresponde a tan insigne Orden, medrando honra y defendiendo sus Colores, que es frase principal entre sus gentes, y ansí lo facen cantar a vientos de Poniente o Levante, de Norte o de Sur. De resultas que, entre propios y aún extraños, de sobras es público el suyo Himno que por doquier lo acompaña.


Dispuestas hallanse las mesnadas sobre los campos norteños de la Germania, esparcidas por las inmediaciones y aún los barrios viejos de la ciudad que dan en llamar “Hamburgo”, que es villa capital de la que refieren Península de Jutlandia, sito en lugar do los naturales de acá refierénlo por “arena”, faciendo tumultuosa acampada las sendas tropas. Míranse, como os digo, las huestes a través de las callejuelas y pórticos y malecones y pontones que dan traza a esta villa. Lléganse armadas de descomunales jarras de jugo de cebada, con los suyos colores ondeando en gaznates y manos, cual singular atavío, a la par que descerrajan desaforadas voces, dando loas y vivas a la bienquista Orden de Su Majestad, por quienes vienen a batirse en memorable combate. Concurren aquestas gentes de dispares patrias y reinos; desde el fuero de Navarra a los calores de las Andalucías, de las costas e internos de la Galaecia a las playas de las Murcias, desde las quebradas de las Asturias y los terruños del Cántabro a las dehesas del Extremodouro, de las tierras y bosques de los Vascones a los áridos de las Castillas, del muy egregio reyno de Aragón a las costas del Levante, del remoto condado de Barcelona a las lomas del país de los Riojanos, de las yslas Afortunadas a las que cristianos e infieles nombran por Baleares… Y ansí, avienénse de la misma guisa gentes de armas de remotos lugares, desde la Britannia, a la misma Germania, o las tierras de los Valones y más allén de los mares, en la Ultramar, por la Barra del Plata o los virreinatos del Centro y hasta las Américas del Norte… Es de buenaventura contar, y referir a Vuesa Merced, que no hay lugar en la faz de la Tierra que no halle marcial y cumplida representación de sus súbditos en aquesta tierra lejana, congregados a los pífanos y cornamusas que han hecho de oídos en vela a la sazón prestos pies, de según tuvieron fé de aquesta batalla que habríamos de librar al amparo de tan sublime Orden. Rucios acabados en metal, jamelgos trabados en chapa, palafrenes mecanizados a las trazas de Da Vinci y una horda tal de cabalgaduras llevan dejándose venir desde prontas horas a calles y arrabales, ricamente engalanados, colmados de insignias y blasones, todas en el susodicho Rojo y blanco, con su Escotado Escudo figurando en motivo principal; en tanto de sus sillas descuélganse plebeyos y nobles, con tamaña algarada que no ha de existir, pluguen los Cielos, sereno en aquesta tierra ni en otra, que pudiere siquiera en su cuita acallar el alborozo que tales gentes de armas vienen dando por do pasan.


Inicio cabal se va dar a la contienda. Las huestes miranse con fiereza. Los capitanes, desenvainan las suyas alabardas tachonadas de tacos; resuellan los machos coceando sobre la pradera. Álzanse los pendones de batalla, flameando al aire de la victoria. De un cabo, en más que de otro, resuena el grito de guerra de vuestros Tercios, encomendándose a la afamada Orden del año de Ntro. Señor de mill y novezientos y tres. Allá rueda sobre la yerba, el cuero de guadamecí cordobés. Tras sus repujados en pentágonos, corre el acero de Toledo. Dan al galope tendido las bravas monturas del Sur. Alzan sus brazos al compás de las proferidas voces, las abnegadas gentes del Norte. Empujan en tropel las milicias de Magerit… Os dejo, Señoría. Acudo a la lid como alma que lleva el Tercer Anfiteatro. Siempre presente. En tanto afuera, a los aires estrangeros de un burgo germano, veynte y cuatro mayos después, atrona el grito de guerra de la muy leal y sagrada orden del Atlético de Madrid:

¡Siempre Club, y cierra Atleti!

7 comentarios:

Angel dijo...

Siempre es un lujo leer tus textos Cochise... Veremos si las huestes colchoneras se traen lo que todos deseamos de Hamburgo...

Saludos!!

Tomi Soprano dijo...

Todos al unísono conmigo: ¡¡¡¡SIEMPRE CLUB Y CIERRA ATLETI!!!!

Esta noche ya ni pego ojo, como si lo viera ...

Vicente dijo...

¡Yo ya estoy con taquicardia!.

Me parece genial su forma de ver al atleti.

Tomi Soprano dijo...

Europa, hoy sí que sí, tened presente una cosa:

... Ya estamos aquiiiiiii ...

¡Forza Atleti, oe!

Pablete dijo...

Jajajaja... Enhorabuena y felicidades a todos. Por fin. Nos lo mereciamos.

Anónimo dijo...

Mi querido amigo, no dejas de sorprenderme agradablemente cada vez que te leo y, sobre todo, cuando la alegría del triunfo brilla de nuevo sobre nuestros viejos estandartes.
Un fuerte y rojiblanco abrazo y ¡Hala Atleti!
bsa

BESOS dijo...

Buen post saludos