De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

lunes, 4 de agosto de 2008

Sueño número 1966

Aún no habían despuntado los primeros rayos de sol, cuando el operario accionó la llave de arranque de su vehículo. Se desperezó con una tos ronca, cíclica, hasta que terminó de calentar sus tripas de metal y goma. Entonces, alzó su colosal pala al cielo de la Ribera, y comenzó a desplazarse a ralentí a través de la calle. A su paso, se fueron incorporando otras máquinas. Todas con mandíbulas de hierro. Como una procesión de macabros nazarenos, teñidos en amarillo piso piloto, los más. En naranja ladrillo, alguno. Incluso, había otros en rojo prescripción... Tan imponentes. Tan no-se-puede-hacer-nada. Con sus costados tatuados en marcas. ¡Qué miedo...!.

Un policía municipal, hace gestos ostensibles, agitando el brazo en alto. Los sabuesos de hierro, se detienen a una. Siguiendo con la mirada la riada de una docena de antidisturbios, se llega a la carrera bajo el túnel de la que antes fue “M” y ahora dicen es “Calle”. A la mitad del horadao, está la Puerta 0. Y, sobre los metales de sus dinteles, cuatro o cinco tíos de religioso civil. Como los penúltimos locos, prolongan las mangas de sus camisas de fuerza a través de unos metros de gruesa cadena. Con los candaos que les ha dao tiempo a poner, antes de que las fuerzas de seguridad se abalanzaran sobre ellos. Mientras se encuentra y no la cizalla, los recuerdos asaltan la cabeza de uno de los insurgentes, como si de una catarata de pasiones y notas se tratara.

“...Aquellos banderones, agarrados por dos manos y agitados por miles de corazones en la Fondo Sur... Gozos y sombras venidos a la memoria en tropel, confundiendo las risas con las lágrimas. Los éxtasis con las decepciones. Las ronqueras con las manos en el mentón... Todo rodeado de cemento, primero. De plásticos en sangre, nieve y cielo después. Con sus marcadores a mano o a máquina. Sus copitas de veterano itinerantes, y su ley seca burlada por la finura de la petaca. Sus bocatas de chorizo de Soria, y sus telepizzas frustrados. Sus almohadillas tierra-aire, y sus almohadillitas culo-culo... Su Himno a pocos y a muchos decibelios... Ah, nostálgico de sí sabe muy bien qué...”

Nada. No ha valido de nada. Tanto y tanto trabajo; tantas y tantas horas empleadas en la teoría y la práctica... A la puta mierda. Como las cadenas que estaban convirtiendose en plastilina, a los primeros bocaos de las gigantescas tenazas. Se acabó. Los desarraigados habían consumado su tercer deseo al genio de la lámpara. El mayor de los deseos, para aquellos que medran del ladrillo. Los que vinieron al olor dela fama y los terrenos. A los que dejamos pasar hasta la cocina, y ahora nos vendían el último mohicano. El postrero patrimonio...

De repente, un extraño. Voceando. Apareciendo por uno de los extremos del túnel. Y otro. Y diez o doce más... ¡Qué coño, mogollón de tíos y tías!. En riada. Son tantos ya, que la luz pierde mucha intensidad allá en La 0. Donde las fuerzas de seguridad, han dejao la cizalla en el suelo, y acuden prestos a contener a aquella masa artaviadas con bufandas sin día de partido. Afuera, repican las sirenas. Se multiplican las voces. “Debe de haber movida gorda”, piensa el atletista encadenao...

De las cojonudas. Desde Pirámides, bajan los atléticos por miles. Los mismos que vienen a través del Puente de Segovia. Del de San Isidro. O los que acuden tomando el Paseo Imperial. Una auténtica marabunta. Caminan entre cánticos, alzando la cabeza al cielo de Madrid, el de la Osa y el Madroño. Y todos, grandes y pequeños, jóvenes y viejos, de primera o de quinta generación, convergen en Virgen del Puerto. Donde se pretende desguazar el buque insignia de la Armada del Manzanares. Precisamente, por los mismos piratas que lo asaltaron. E hicieron esclava a su tripulación, antes libre. Ahora, al amanecer, baja en tropel. A defender su barco. Ya saben quienes son. Saltó la liebre. No se puede estar de por vida contando que por el mar corren las liebres... Así es que, el operario, para el motor. Quita su llave del contacto, y se la echa al bolsillo mientras desciende del monstruo de hierro. Al bajar de un salto los escalones, el llavero golpea con furia sobre el pantalón. El Escudo escotado en plata, se hace un mortal con el dueño antes de ganar la calle. Y unirse a los miles de compañeros que gritan “¡Somos nosotros, Atleti somos nosotros!”. Mientras se creen a pie juntillas lo que cantan.

S I E M P R E A T L E T I.-

4 comentarios:

Sergio Medina dijo...

Gran post, ojala fuesemos masa para defender nuestra casa.

cochise dijo...

Está jodidillo, Sergio.
No se defiende al dios, pa defender a la iglesia...

Anónimo dijo...

...este creo que ya te le leei en algún laooooo Lobo... creo que contra mas conciencia tomo de que el día se acerca,mas duele leer según que cosas...
...y cuando tomo conciencia de que a algun@s les jode mas que nos vistan los de la pipa a que lo hagan los de las ojitas, y esa se la maxima de ti@S de veintitantos,pues imaginaros la cantidad de grados que aumenta mi sangre...coño, tanto que me la queman y termino por pasar de su cara y de sus letras, en ocasiones me quedo con serias ganas de escribir, para dirigirme a ell@s,pero me quedo sin letras...
en fin, a ver si ganamos al Rayito que hay tres Bukaneros con ganas de darme caña,jejejejee
ABRAZAZOS OSEROS

Anónimo dijo...

Que sueño mas bonito seria ese, pero la realidad es bastante mas cruda, mucha gente a favor de la directiva y que no se quiere complicar la vida en nada.
Si seguimos como hasta ahora, pelearemos los 14 mindundis.
REVOLUCION, SALVEMOS EL CALDERON.
Un saludo a todos los insurgentes.