De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

lunes, 27 de octubre de 2008

Días de escuela (II)

Sentados frente a una cruz, y cierto retrato. De dos en dos; sobre pupitres que igual valían para un parvulario que para un “licenciao”, para el gordito que para el tirillas. Alineados frente a un gran general vestido de luto riguroso. Más rectangular que cuadrado. Mudo. Con cientos de medallas en tiza que iban y venían de su uniforme negro, plano, como condecoraciones de sumas y restas, sujetos y predicados. La pizarra, podía ser el objeto más terrible e implacable de todos los terrenales. Incluso, que las mismas notas. Ahí, no cabían falsificaciones.

Escorado a su derecha, sobre un trono de tapiz descolorido, don José. Don sobre dones. Aún recuerdo su vaso de agua jalonado de huellas dactilares descansando sobre el escritorio de madera chapada en miedo. Igual le servía para echarse un trago tras la explicación, que para enjuagarse la dentadura postiza. Agua y madera, a dos palmos. La de la regla de la altura de una carabina que descansaba de plano, con más batallas que los milímetros que marcaba. Muchas más. Corría la leyenda, que aún colgaba de su anverso jirones de piel de niño. Si te acercabas lo suficiente, podías verlos.

Y el periódico deportivo, haciendo de tercer elemento. El fuego. Interior que despertaba entre los chavales de la clase. Todos sabíamos que, en su hoja central, venía cada mañana con un desplegable a todo color. Una foto en formación de un equipo de Primera, antes de disputarse el partido. Podía tratarse de cualquiera, desde el Betis de Esnaola al Sevilla de Biri-Biri; del Athletic de Dani al Valencia de Carrete, del Barcelona de Asensi al Sporting de Mesa... Pero, el que en realidad se convertía en sueño absoluto, en cielo hecho papel, de un mozalbete rubio, ojos achinados y pequeña alma rojiblanca, era el de Navarro, Marcelino, Eusebio, Pereira, Arteche, Capón, Marcial, Leal, Leivinha, Ayala, Rubio, Rubén Cano... Joder, que trofeo. ¡Cómo lucía el jodío, expuesto cual bufanda entre las manos huesudas del maestro...!.

Amigo...Costaría sangre, sudor y lágrimas. Entonces, los profes eran los que soltaban la mano, o su extensión en madera; y los alumnos recibían. Como esteras. El poder judicial y el ejecutivo, en cero coma, cogiditos de la mano y sin airearse mucho. Que las madres de más tenían con las coladas, las planchas, los bibes y demás SL, como para preocuparlas por el cabrón del crío. Don José, ponía el trofeo en el escaparate, entre los puños de sus camisa blanco-gior. Luego, doblándolo ceremoniosamente, trincaba con la misma parsimonia una tiza del descansillo de la pizarra, para escribir sobre ella una serie de preguntas. Breves y directas. Del tipo: “Tres reyes godos”. O “Nombre del caballo del Cid”. “El río de más caudal de España”... Las repasaba de espaldas, verificando cada letra, para terminar sentándose sobre su trono escolar. Cruzar los pies sobre la mesa, y desempaquetar una pera de agua de su flamante pañuelo blanco-moco. Antes de lanzarle el primer bocado, llamaba al sentenciado:

- Fulanito.

Y fulanito saltaba cual resorte de su asiento. Como si el mismo belcebú hubiera pinchado su culete con una aguja de coser albardas. El tramo que iba del pupitre a la pizarra, debiera de ser bastante parecido al que siguió Cristo del juicio al Gólgota...

Don Jesús, ya armado con su regla para varear nueces, señalaba hacia la primera pregunta del encerado. Fulanito, se retorcía desde su dignidad de poco más de un metro.

- Babieca- susurraba.

Y el maestro, anotaba sobre su cuartilla algo que debía de ser una “X”. A cámara lenta, volvía a repetir la liturgia de la regla alzada para la segunda cuestión.

- El Tajo- se decidió por fin el muchacho.

Era entonces, cuando don José, negaba con la cabeza. Y pronunciaba su palabra más lapidaria: “penalty”. Marronazo en superlativo. A la que fulanito, ya sabía cómo habría de responder; extendiendo su mano y colocando la yema de los dedos en racimo, vueltas hacia arriba.

- Santillana se perfila. Deja el balón sobre el punto fatídico. Coje carrerilla y...- El maestro, levantaba entonces su arma de destrucción masiva al techo desconchado de la escuela, para descargarla con un golpe seco.

El zagal, con más miedo que vergüenza, retiraba a la sazón su mano, y la regla golpeaba en vacío con un bufido, mitad aire, mitad letra. Que con sangre entraba. Contrariado, miraba con incredulidad al osado crío. Mas nada era capaz de interrumpir la ceremonia. Acaso algún “huy” entre la grada de pupitres.

- Se repite el penalty- sentenciaba.

A la segunda, su regla contenía más arco. Más furia. Y se iba a estampar con fuerza sobre las puntas de los dedos del fallón. Del portero de tergal y rodilleras de sky. “¡¡Zas!!”.

Y toda la clase, al unísono, se levantaba de sus asientos a la voz de “¡¡¡Gooooool!!!”.

4 comentarios:

Billie dijo...

Yo alguna me he llevado y ya no había cruz ni cuadro de Franco... y compañeros míos se han llevado más. ¿Tú no eres de Hortaleza? pues pregunta por el ex-colegio Séneca. Saludos.

miguel diaz dijo...

Lo de Banega es de "castigo físico". Cuando yo iba a 2º de párbulos a los niños malos malísimos les hacían pasearse con los libros sobre la cabeza por la clase de las chicas. Con Banega habría que hacer lo mismo y pasearlo por los campos de los infantiles y alevines con los libros encima de la cabeza. Ah! se me olvidaba y este mes no cobra, no hay pelas. un abrazo. miguel

Anónimo dijo...

Yo soy un poco mas mayor que tu, recuerdo, que antes de entrar nos formaban en el patio, en fila india(aunque no fueras indio), todos para clase, cada uno a su sitio.
Cuando entraba el profesor todos de pie, egaba a su mesa y nos sentabamos.
Hostias hasta en la cara he visto yo, por, suerte todas esas pesdillas terminaron, reucuerdo los poster centrales de los que hablas, y por su puesto ese maravilloso atleti que has descrito.
Un abrazo compañero.

cochise dijo...

Billie, el Filósofo Séneca, allá en la UVA, lo pisaba ya pa votar. Esta historia se fraguaba en el "Pinar del Rey", justo debajo de donde ahora está el edificio de Unidadeditorial (marca y el Mundo), y antes era el Banco Central.

Pero que podía haber sido en cualquier otro colegio de Madrid o España.

Jorge, sí, omití esas filas a la entrada de clase. Con los profes a la cabecera, en orden de policía.

Ale, dejo el desenlace, que ya lleva escrito un tiempo.

Tiempos de Club.
Daos por saludaos.