De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

jueves, 27 de noviembre de 2008

El espía que vino del frío

El tipo aparcó de sobrao. Tenía sitio pa dar y tomar. Inaudito. El Orihuela había puesto más trabas en estas cosas de dejar la burra en el arcén.” ¿Champions?... Venga, coño, esto es un puto desierto...”. Pensaba entretanto se ajustaba el jersey de repuesto. El gorro. Los guantes... Cuando chapó la puerta, y accionó el cierre automático del vehículo, se dio cuenta de que ese frío, en realidá, le había trincao un poco a traición. “Ya veremos cuando vea a mi coleguita el Palazuelos, si te pones tan farruco...”. En esas, se descolgó por el mismo paisaje que de costumbre. Na más que sin árboles que crecían en metalizao sobre las cunetas. Ni pajarillos que salían de ellos, en vivos colores. Con el silencio por montera. A hora y poco del partido. Por no haber, no había ni gorrillas. “Otros que se ciscarán en la genealogía de Lauefa esa...”. Antes de enfilar la cuesta, el caminante escucha los primeros cánticos. Vienen claros y diáfanos, amplificaos por el efecto altavoz del túnel. “Ya han llegao los jugadores”.

El Puensanisidro,le impacta cruzarlo. Por su vano, levantao sobre el Río, siente, pero no ve. Las luces iluminan potentes, sesgadas, el interior del Estadio que se deja asomar a través del cortao norte. Con su retahíla de asientos vacíos. La mayoría sucios, pues son aposento de gentes de bocata y bota. El Estadio luce igual. A la vista. Pero tiene el corazón rasgao, pues conoce de antemano que hoy no jugará con sus niños en el regazo. Esas sensaciones, flotan en el aire que circunda el Manzanares. Y solo pueden olerlas, gustarlas, verlas y palparlas, aquellos que son del Atleti. Igual que el personaje que ha doblao hacia el Paseo de los Melancólicos, como colofón a toda esta pena que inunda el ambiente. Allí, si que hace frío. Nos quedamos helaos. Nos dejaron helaos. O eso pretendían.

Hay algún puestecillo, dos o tres, que aguantan el tirón. El hincha piensa que deberán de haberse montao pa algún eventual souvenir de los uefos, o los 300 tulipanes esos que dicen estuvieron en el entrenamiento. Los que allí habrían de acudir, ya estaban servíos de material de combate. No necesitaban de más parafernalia. Acaso, una bufandita de coleccionista, que rezaba algo así como “que le den a platiní”. Cuyo punto y grafía comprobaría in situ el peregrino, una vez dentro del bareto, cuando un colega se la mostraba extendida. Entre unos minis de zumo de cebada. Que dan pie a desenfundar la cajetilla de tabaco, arma de destrucción masiva que aquél hincha porta. No pa ver a su Equipo, que no le dejan. Simplemente pa dar unas voces, por si adentro son capaces de oirlas, unidas a las de una camarilla de Osos. Polares. Que no se han traído el madroño a cuestas porque con él no se puede bufandear en condiciones. Pero llevan las estrellas sobre la cabeza. Polvo de estrellas Y se les nota al andar, como demonios que van arrastrando su aura a través de las aceras que circundan SU Estadio. Mientras las farolas contemplan impávidas, impresionás, aquél humilde pero glorioso ajetreo de seres de fábula. Los no-clientes, se mueven entre el Fútbol como peces en el agua. Y si es del Manzanares...

Cánticos. Silencios. Cánticos. Cánticos. ¡Uyssss...!. Mecagüen. Silencios. Cánticos. ¡¡¡Goooooooool...!!!. Himno. Abrazos. Ti-tiririti-ti-ti-ti-títirí... La congregación del Oso polar, está en la calle. Los de adentro, lo sienten. Y es un Oso que lo mismo puede ser polar que de verano. Ni va por modas, ni tié fecha de caducidá. Son eternos.

“Hasta otras, Osos”. Parte y razón del Escudo. Por la sombra, marcha el hincha. Hinchado de un orgullo, que no encuentra fisuras pa escaparse de su atlético cuerpo. Aunque sea un tirillas. Vuelve a por su burra, dejá en el arcén. Y mientras retoma el Paseo de los Masalcólicos detrás, donde se montó el pollo, resuena un cántico en do sostenido. “cerezo, cabrón, fuera del Calderón”. Ganando. Que es lo que dignifica a las verdades del barquero.

Así, el espía que vino del frío, se retiró de la escena. Pensando que aquél misterio, no podría resolverlo John Lecarré. Porque no era del Atleti.

S I E M P R E H I N C H A S.-

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me extrañaba a mí el leerte una crónica sin acordarte de alguno de tus dos inefables "amigos", ya ... :-DDD

Precioso relato, maestro. Como suele ser norma habitual, vamos ...

Un fuerte abrazo, y enhorabuena, Atlético.

Anónimo dijo...

jejejeje,estos son de los de doble lectura,no por las entrelineas ni por entendederas ...estos no me cuestan ,los que me cuestan son los de leyes,normas, cifras y demás de obligada lectura para la vida diaria...esos los releo pero no por gusto,por que ahí si que me quedo algo corto,la vida es asiiin...estos los releo por gusto,como pongo dos veces por ejem el Fantasma de la Opera de los Maiden cuando pasa...

...como Siempre un placer enchufar el portátil,entrar en la Osera y ver que escribiste...o que pintaste...y en ocasiones que sentiste...

Un abrazo Crack.

Anónimo dijo...

Parece mentira que tal y como escribes no tengas hora fija en uno de esos cincelados púlpitos existentes en las mejores catedrales de nuestro país. Da vergüenza que desde éllos nos lleguen los sermones de personajes que ni tienen la oratoria precisa ni trasmiten la realidad de lo que sucede en nuestro entorno.
¡Bravo, Cochise!

cochise dijo...

Tomi, si es que la cabra, siempre tira pa... ande hay whisky.
Y si puede ser escuchando el Killers de los Maiden, miel sobre hojuelas. (Guiñete al tío Arturo).
Por último, decir al sr. Anónimo (otro guiño) que el poder, corrompe. Usté lo ha explicao muy bien.

Gracias, y un abrazo para todos.