De atléticos a indios y colchoneros, pasando por atletistas

"Y usted, no pise ese Escudo..."
Luis, presidente de honor

lunes, 24 de mayo de 2010

Defendiendo sus Colores (I)

No había manera de pegar ojo. Y el tabaco, de desvelo en vigilia, tampoco es que ayudara. El despertador sonó muy pronto, pero el sueño en realidá no tenía que ver con párpados que caen. Mas bien consistía en ilusiones que suben. Por eso, el autobús que aguardaba en Sanchinarro, fletao por nostálgicos de sí se sabe muy bien qué, llevaba el nombre de "sueño" tan escondido, que pocos lo vimos. Abajo, aguardaba sin moverse un ápice de su galería en el corredor de la muerte, el Estadio Vicente Calderón. A su alrededor, camarillas de los muy leales y nobles Tercios del Club Atlético de Madrid, sin SAD, bullían a las 5 de la mañana de un nocturno aún 19 de mayo de 2010. Hubo más abrazos que bostezos. Apuremos el tiempo, que ya nos meten dentro...

Después de que el amanecer recortara la egregia figura del castillo de Torija sobre su naranja rasgado. De que las hoces de las tierras del Señorío de Molina dijeran que es tierra alcarreña, aunque dándose la mano ya con Aragón. Después de echar unos pises, unos cafés y unos cigarrillos en un restaurante de carretera que parecía el Sport Arena en mitá de un descampao. "Que se bajen, diles que se bajen, diles que se bajen, de una puta veeeeez!". De atravesar los Monegros en un día que no parecían ni deprimentes ni siquiera áridos. Después de cruzarse con vehículos de toda clase y condición, marca Atlético de Madrid, modelo ¡Allávamos!. De volver a hacer un poquito de para y un nada de fonda en una venta con cartelería en catalán, flanqueaos por cuerpos de los dichos de seguridá con otra indumentaria. Después de adentrarnos en la tierra del cava, tiñendo en Rojiblanco el eterno verdor de sus vides añejas. De colocar un Banderón en la luna trasera, con medios caseros cuya aplicación sólo McGuiver y los Tercios del Atleti conocen. Después de ponérsela dura a un camionero-psicópata del Barça y al resto de vehículos en la garganta, con aquella bufanda que rezaba "antimadridista" pegada al cristal. De adentrarnos caladas las camisetas, prestas las Bufandas por mitá de la Ciudad Condal, mientras el sol ya picaba a través de las ventanillas. Después, llegamos a la que los anglicismos pretenden bautizar como "fan-zon". Que con el prefijo "in-", evoca a los Condes de Carrión; y con el sufijo "-in", a esas revistas de publicación mensual. Como no se quiso uno hacer la picha un lío con los rozamientos verbales, decidió que aquello era la "zona del Atleti". Cualquier otro nombre, hubiera sido una barbaridá a tenor de lo que allí se empezaba a sentir.

No sé por qué cojones, hasta los que sufren del estómago y del hígado, se empeñan en buscarse una "alterne-zon" na más llegar al lugar de marras. Y desde allí, quedar con la otra parte de los Tercios que han llegao de avanzadilla, o están por venir. Mire usté si existen mercadonas, cortes ingleses, franceses, chinos... Hasta inconfundibles aditamentos urbanísticos; pero no. La peña, queda en un bareto. O similares. Que está al lao de tal torre, tal fuente, tal estatua o tal plaza. Pero, como en los juicios, de segunda instancia. También resulta curioso que las gentes que te atienden, pese a su amabilidá y hasta en ciertos grados desvelo, no tienen mucha idea de lo que va la vaina. Y así, pides unos hielo porque al pakistaní de la esquina se le habían acabao (los chinos en esto, les sacan años luz), y te llega la chiquita oriental con una bolsita y tres-bravos hielos-tres. Mirándote la muñeca, por conocer donde coño había que aplicar la friega de frío. Pues sí, hace una mañana espléndida...

Con la zampa, vienen los primeros cánticos. Los huevos rotos y tal no es más que una excusa que permita seguir fumando y echándose unos gradillos al coleto. Los más sibaritas, se apretan vinillos decentes. La ocasión, lo merece. Ellos, también. El resto de Tercios, a granel. Podían haber tenido hasta jarrotes de barro, copón. Y así, en mesa larga, flanqueada por jóvenes y veteranos de los Tercios del Club Atlético de Madrid, sin SAD, entonar viejos y nuevos himnos de guerra. A poder ser de esos propios, que no son un refrito de los venidos desde la Barra del Plata y aledaños. Pa que el entrañable compañero de Independiente, no vuelva a tocar los cojoncillos con un "ese, lo cantan allá.. Es muy viejo."

Ya serían casi las 5, cuando nos dejamos caer por la "zona del Atleti". Jodo, como había parido aquello. ¡Cómo aguantaban la sucesión de cánticos sin despeinarse los mozos que ocupaban la carpa...! Y la periferia... Esos, sí que eran mozos de Escuadra. De una Escuadra simpar, digna de un Club simpar. Hubo muchos momentos, en que a todos en el imaginario Perea nos pareció Bekenbauer. Jurado, Dirceu. De Gea, Mayer. Ujfalusi, Gerets. Antoñito, Briegel. Domínguez, Baresi... Y no es malo. Todo lo contrario. Malo, sería intentar defenderlo todo el año pero, aquél día, no. Lo eran. Y lo serían. Y en aquella convicción, las gentes del Atleti nos dejábamos llevar de cántico en canción. De beso en abrazo. Ya podía caérsete la cámara de fotos de la mochila, que llegaba un compañero del Atleti y te la devolvía con una sonrisa. Mientras de fondo, la orquesta que dicen del Titanic, volvía a rugir con un "te quiero Atleti" que flotaba en el mar de los osos y los madroños, lanzando con sus voces aquellos flotadores rojiblancos de las películas donde el productor de cine no nos dejaba en bolas, por ver si algunos, muchos, podíamos agarrarnos a ellos. Aunque muchos, no son del Atleti... pero otros, sí lo son...

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